martes, 29 de octubre de 2019

Conmemoración de Todos los Fieles Difuntos



         La Conmemoración de Todos los Fieles no debe ser sólo una ocasión para recordar piadosamente a nuestros seres queridos, además de elevar oraciones por ellos: debe ser una ocasión para adorar a la Divina Misericordia, porque por esta Divina Misericordia es que esperamos, por un lado, que nuestros seres queridos difuntos estén el Cielo, junto a Dios –en el Purgatorio o en el Cielo- y es por esta Divina Misericordia que esperamos reencontrarnos con ellos, algún día, en el Reino de los Cielos.
         Sin la Misericordia Divina, no tendría sentido el recordar a los fieles difuntos, porque esta vida sería sólo la antesala de la eterna condenación, ya que no habría esperanza alguna de salvación y por lo tanto, no tendríamos la esperanza tampoco de reencontrarnos con ellos. Su recuerdo sólo nos traería dolor sobre dolor, además de tristeza y desesperanza. Sin embargo, esta Conmemoración está cargada de esperanza y de alegría para el cristiano, por el motivo que hemos dicho: porque por la Divina Misericordia, esperamos en la vida eterna, creemos en la vida eterna, pero no solo en la vida eterna, sino en el Reino de los Cielos; creemos que Dios, en su infinita Misericordia, se ha apiadado de nuestros seres queridos difuntos y les ha concedido, por intercesión de María Santísima, Mediadora de todas las gracias, el don del arrepentimiento perfecto o contrición del corazón y por esta razón es que esperamos que ellos, independientemente de la vida que puedan haber llevado aquí en la tierra, siendo más o menos pecadores, estén ya gozando de la visión beatífica de Dios Uno y Trino. Esto es lo que fundamenta nuestra esperanza y nuestra alegría en un día en el que la tristeza por el recuerdo de los seres queridos difuntos puede hacerse presente con mayor o menor intensidad, aunque aun habiendo tristeza y lágrimas por su recuerdo, la fe en la Divina Misericordia cambia la perspectiva sombría y nos da la certeza de que nuestros seres queridos están con Dios.
         Por otra parte, si pensamos que la Divina Misericordia obró con nuestros seres queridos difuntos, al punto tal de concederles la gracia de la conversión y del arrepentimiento final y por eso creemos que están salvados, también esperamos lo mismo para nosotros y por el mismo motivo, por la Divina Misericordia, ya que esperamos que Dios se apiade de nosotros, que somos pecadores y que nos conceda también a nosotros la gracia del arrepentimiento final. Esto enciende la esperanza de reencontrarnos con ellos un día, en Cristo Jesús, en el Reino de los Cielos.
         Porque creemos que Cristo es Dios y ha vencido al demonio, a la muerte y al pecado y porque creemos que, en su infinita Misericordia por nosotros, ha hecho prevalecer la Misericordia sobre la Justicia Divina en la hora de la muerte de nuestros seres queridos, y porque por esa misma Misericordia esperamos un día reencontrarnos con nuestros seres queridos en el Reino de Dios, es que este día es un día no sólo para conmemorar a nuestros fieles difuntos, sino para alabar, ensalzar, glorificar y adorar a la Divina Misericordia.

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