miércoles, 15 de julio de 2020

“David entró en la Casa de Dios y comió los panes presentados”




“David entró en la Casa de Dios y comió los panes presentados” (Mt 12, 1-8). Jesús y sus discípulos atraviesan un campo de trigo en día sábado; al ser la hora del mediodía, experimentan hambre y para saciarla, comienzan a espigar el trigo para así alimentarse. Al ver esto, los fariseos se escandalizan porque de esta manera los discípulos de Jesús quebrantan la ley que prescribía que no se podían hacer trabajos manuales los sábados, día de descanso y día del Señor: la acción de frotar las espigas para conseguir el trigo, era considerada por los fariseos como tarea manual, de ahí el falso escándalo y el reproche a Jesús.
Ante este reproche, basado en una supuesta infracción a la ley, Jesús les cita el caso de otra infracción a la ley, cometida por el rey David y sus súbditos: en este caso citado por Jesús, David y sus súbditos comieron de los panes de la proposición, es decir, comieron panes que estaban ya consagrados y que en teoría sólo debían consumir los sacerdotes. Jesús cita este ejemplo con la clara intención de justificar, tanto a David como a sus discípulos: hay leyes humanas que pueden ser pasadas por alto cuando se trata de hacer una obra de misericordia, como es el calmar el hambre, que es lo que ocurre tanto con sus discípulos como con los súbditos de David.
Con este ejemplo y con la justificación de la obra realizada por sus discípulos, que quebrantaban la ley sabática, Jesús les quiere hacer ver a los fariseos dos cosas: por un lado, lo que ya dijimos, esto es, que una ley humana como la sabática puede ser dejada de lado cuando se trata de realizar una obra de misericordia, en este caso, el calmar el hambre corporal; por otra parte, les quiere hacer ver que si estaba establecido en la ley antigua el descanso sabático, Él, que es Dios y por lo tanto es más grande que la ley, viene a establecer una Nueva Ley, la Ley de la caridad, que tendrá por añadidura como “Día del Señor” al Domingo y no al sábado.
“David entró en la Casa de Dios y comió los panes presentados”. Nosotros no pasamos por un campo de trigo mientras experimentamos hambre y no tenemos necesidad de frotar las espigas para saciar el hambre: Jesús, que es el Señor y el Dueño del Domingo, nos invita a su templo para que comamos el Nuevo Pan de la Proposición por excelencia, la Sagrada Eucaristía, realizada con el trigo de su Cuerpo y su Sangre, y esto para que saciemos no el hambre corporal, sino algo más profundo y es el hambre espiritual de Dios, que sólo la Eucaristía puede saciar.

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