domingo, 26 de julio de 2020

“María eligió la mejor parte y nadie se la quitará”




“María eligió la mejor parte y nadie se la quitará” (Lc 10, 38-42). Mientras Marta se ocupa de las labores de la casa para atender a los huéspedes y al mismo Jesús, María en cambio se queda a los pies de Jesús, arrodillada y contemplándolo. Esto motiva la queja de Marta a Jesús, pidiéndole que le diga a su hermana que la ayude en las tareas. Lejos de consentir con el pedido de Marta, como cabría de esperar, Jesús da una respuesta enigmática, que justifica la actitud de María: “María eligió la mejor parte y nadie se la quitará”. ¿Por qué razón Jesús contesta de esta manera? Porque la contemplación de Dios -en este caso, de Cristo Dios- es superior a la actividad apostólica. En otras palabras, en las dos hermanas, Marta y María, podemos ver las dos grandes ramas de la espiritualidad católica, la activa y apostólica, que además de la oración se encarga de obras de misericordia, y la espiritualidad contemplativa, cuya principal actividad es la oración contemplativa, de ahí que la oración, la meditación y la adoración eucarística sean el centro de su actividad.
En las dos hermanas podemos ver también a una misma alma en dos momentos distintos de la vida: un momento de actividad apostólica, que sería el obrar de Marta, y un momento de oración contemplativa y de adoración eucarística, que sería la oración contemplativa de María.
“María eligió la mejor parte y nadie se la quitará”. En la Iglesia, toda alma puede tener algo de Marta y algo de María. Ahora bien, siendo necesarias las dos, la mejor parte, como lo dice Jesús, es la parte que eligió María, esto es, la adoración eucarística.

No hay comentarios:

Publicar un comentario