(Ciclo
C - 2021 – 2022)
¿Cómo fue el Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo en
Belén? Ante todo, no pudo ser nunca como un nacimiento natural, tal como nacen
todos los bebés de la tierra, puesto que Él era Dios Hijo encarnado y la Virgen
era la Madre de Dios, destinada a ser virgen antes, durante y después del
parto. El Nacimiento, entonces, fue un nacimiento milagroso, virginal,
descripto por los Padres de la Iglesia como cuando “un rayo de sol atraviesa el
cristal y lo deja intacto antes, durante y después de atravesarlo”. Así, el
Niño Dios, que en cuanto Dios es Luz Eterna, salió de la parte superior del
abdomen de María Santísima, estando Ella de rodillas, como un haz de luz
celestial y se materializó como Niño Dios en manos de unos ángeles que se
encontraban delante de la Virgen; los ángeles luego le dieron el Niño a la
Virgen.
También son los santos los que nos dicen como fue el
Nacimiento de Jesús. En este caso, es la misma Virgen María en persona, quien
le relata a Santa Brígida de Suecia cómo fue el Nacimiento de su Hijo Jesús.
Dice así la Virgen a Santa Brígida: “Cuando Él estaba en mi vientre, lo
engendré sin dolor alguno, sin pesadez ni cansancio en mi cuerpo. Me humillé en
todo, sabiendo que portaba en mí al Todopoderoso. Cuando lo alumbré, lo hice
sin dolor ni pecado, igual que cuando lo concebí, con tal exultación de alma y
cuerpo que sentí como si caminara sobre el aire, gozando de todo. Él entró en
mis miembros, con gozo de toda mi alma, y de esa forma, con gozo de todos mis
miembros, salió de mí, dejando mi alma exultante y mi virginidad intacta. Cuando
lo miré y contemplé su belleza, la alegría desbordó mi alma, sabiéndome indigna
de un Hijo así. Cuando consideré los lugares en los que, como sabía a través de
los profetas, sus manos y pies serían perforados en la crucifixión, mis ojos se
llenaron de lágrimas y se me partió el corazón de tristeza. Mi hijo miró a mis
ojos llorosos y se entristeció casi hasta morir. Pero al contemplar su divino
poder, me consolé de nuevo, dándome cuenta de que esto era lo que Él quería y,
por ello, como era lo correcto, conformé toda mi voluntad a la suya. Así, mi
alegría siempre se mezclaba con el dolor”.
El Nacimiento de Nuestro Señor fue virginal y milagroso,
porque Él era Dios y porque la Virgen debía continuar siendo Virgen y Madre
antes, durante y después del parto. Al recordar el Nacimiento del Niño Dios, lo
adoremos en cuanto Dios, postrándonos ante su Presencia y además le demos gracias,
porque vino a nuestro mundo para sufrir muerte de cruz por nuestra eterna
salvación.
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