“Dejan
de lado los Mandamientos de Dios para seguir las tradiciones de los hombres” (Mc
7, 8-13). Jesús critica duramente a los fariseos, pero no por las medidas de
higiene, como la purificación de manos, vajillas y elementos de bronce, sino porque
los fariseos habían pervertido de tal manera la religión verdadera, que hacían
consistir la religión en prácticas puramente humanas, surgidas de la mente
humana y no de la mente de Dios.
Así,
habían olvidado la esencia de la religión, que es el amor a Dios y al prójimo
como a uno mismo y la habían cambiado por ritos inventados por ellos mismos.
De
esa manera, para los fariseos era más importante la purificación de manos y utensillos,
antes que el culto a Dios y el amor al prójimo, incluidos los padres.
“Dejan
de lado los Mandamientos de Dios para seguir las tradiciones humanas”. También
a nosotros nos puede suceder que olvidemos la esencia de la religión, que es la
adoración a Cristo Eucaristía y la misericordia para con el prójimo y la
cambiemos por ideologías humanas, como el ecologismo, la migración, el pobrismo,
la justicia social y toda clase de falsedades ideológicas como estas. No caigamos
en el error de los fariseos; no nos preocupemos tanto por el alcohol en gel y
pidamos la gracia de no olvidar nunca que la esencia de la religión es la adoración
al Cordero de Dios, Cristo Eucaristía y el amor al prójimo.
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