jueves, 24 de febrero de 2022

“Tendrá recompensa el que dé un vaso de agua en nombre de Cristo”

 


“Tendrá recompensa el que dé un vaso de agua en nombre de Cristo” (Mc 9, 41-50). Llaman la atención estas palabras de Jesús: ¿sólo por dar un vaso de agua, quien lo haga tendrá recompensa? La clave para entender lo que dice Jesús, es comprender la diferencia que hay entre la mera filantropía y la obra de misericordia realizada en nombre de Cristo y por amor a Cristo. En la filantropía -practicada, entre otras sectas, por la Masonería-, la acción “buena” se realiza en nombre del hombre y con la sola voluntad del hombre y siempre, sin excepción, es para recibir el aplauso, el elogio, la alabanza, del resto de los hombres. Es decir, en la filantropía, sólo hay un deseo egoísta de ser alabado y ensalzado por los hombres, por parte de quien realiza el acto bueno. Esta acción, originada en el hombre y destinada al hombre, no tiene trascendencia de eternidad, en el sentido de que no tiene valor para la vida eterna. Toda su recompensa radica en el aplauso vacío que el hombre tributa al hombre por su acción filantrópica.

Por el contrario, en la obra de misericordia, que consiste en realizar una obra material o espiritual en favor del prójimo, lo que lleva a realizar esta obra de misericordia es la gracia santificante y la gracia santificante, que hace participar del Amor de Dios Trino, no se origina en el corazón humano, sino en el Corazón de Dios y es por esto que esta acción adquiere trascendencia y valor de eternidad: porque se origina en el Amor de Dios, que es eterno y porque se dirige a Dios, en su eternidad, al ser realizada en nombre de Cristo y por el nombre de Cristo.

“Tendrá recompensa el que dé un vaso de agua en nombre de Cristo”. No es lo mismo filantropía que caridad cristiana; la filantropía no conduce al cielo ni tiene valor para la vida eterna, en cambio, las obras de misericordia, corporales o espirituales, como el simple hecho de dar un vaso de agua en nombre de Cristo, tienen valor eterno y abren las puertas del cielo.

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