viernes, 25 de febrero de 2022

“Vende lo que tienes y sígueme”

 


“Vende lo que tienes y sígueme” (Mc 10, 17-27). Una persona se acerca a Jesús y le pregunta qué es lo que tiene que hacer para ganar la vida eterna. Jesús le contesta que debe cumplir con los Mandamientos; la persona le responde que eso lo hace desde toda la vida. Luego, Jesús agrega: “Entonces, vende lo que tienes y sígueme”. La persona se retira entristecida, porque, dice el Evangelio, “poseía muchos bienes”.

En este pasaje hay varias enseñanzas: por un lado, quien se acerca a Jesús era una buena persona, ya que vivía según los Mandamientos de Dios; por otro lado, reconoce a Jesús como al “Maestro” de la humanidad; por otro lado, se puede constatar que, aunque la persona es buena, porque no hace el mal y vive según los Mandamientos de Dios, sin embargo, se ve que está apegada a los bienes de la tierra, por eso es que se retira apenada cuando Jesús le dice que venda todo lo que tiene.

¿Por qué razón Jesús le dice que venda lo que tiene y lo siga, para así ganar la vida eterna? ¿No era suficiente que el hombre viviera según los Mandamientos de la Ley de Dios? Evidentemente, no, no era suficiente vivir según los Mandamientos, porque a partir de Jesús, ahora hay un nuevo requisito para entrar en el Cielo, que es seguir a Jesús y a Jesús se lo sigue con la cruz a cuestas, porque Jesús va camino del Calvario. Ahora bien, no se puede seguir a Jesús y al mismo tiempo estar apegados a la tierra y a los bienes terrenos, porque quien sigue a Jesús, debe llevar la cruz y no se pueden llevar la cruz y los bienes terrenos al mismo tiempo; por otra parte, Jesús no va a la tierra, Jesús va al cielo y en el cielo los bienes materiales no son necesarios para nada, no sirven de nada. Los únicos bienes materiales que debe poseer quien quiera seguir a Jesús, son los mismos bienes que Él tiene en el Calvario: una corona de espinas, los clavos de hierro y el madero de la cruz. Si queremos seguir a Jesús, debemos desapegarnos de la tierra y de los bienes terrenos, debemos aferrarnos a la cruz y seguir a Jesús, que va al cielo por el Camino del Calvario.

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