lunes, 3 de abril de 2023

Miércoles Santo

 



Jesús confirma la traición de Judas Iscariote al exclamar, durante la Cena Pascual: "Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar (...) ¡ay del que va a entregar al Hijo del hombre!, más le valdría no haber nacido". Judas Iscariote, al escuchar lo que dice Jesús, le pregunta si se refiere a él: "¿Soy yo acaso, Maestro?". Y Jesús le responde: "Tú lo has dicho". Al revelarle a Judas Iscariote que es él quien lo va a traicionar, comienza en Judas el proceso que los exorcistas llaman "posesión perfecta", que es la posesión, por parte del Demonio, de lo más sublime que tiene el hombre y el último baluarte que puede unirlo a Dios para siempre o separarlo para siempre y es la voluntad: cuando el Demonio toma posesión del cuerpo, el hombre todavía es libre para aceptar a Cristo como Salvador, pero cuando el hombre toma posesión de la voluntad, porque el hombre se la entrega libremente, entonces es cuando se da la posesión perfecta, porque el hombre no puede, porque no quiere ya nunca más, volver a Dios. La posesión demoníaca de Judas Iscariote en el momento de la Última Cena es descripta de forma exacta por el Evangelio: "Cuando Judas tomó el bocado (...) Satanás entró en él". Es la descripción más precisa y suscinta que el Evangelio hace de una posesión demoníaca. Luego dice el Evangelio, después de la posesión: "Judas salió (del cenáculo) Afuera era de noche". No se refiere solo a la salida física de Judas, ni tampoco hace referencia solo a las tinieblas cosmológicas, que sobrevienen a la tierra cuando el sol se oculta: se refiere a que Judas sale definitivamente, espiritualmente, de ese Cenáculo de Amor que es el Sagrado Corazón de Jesús, donde la luz no proviene de las lámparas de aceite, sino del Ser divino trinitario de Jesús, porque es Luz Eterna la que hay en el Corazón de Jesús y Judas se adentra en las tinieblas, pero no solo porque ya era de noche, sino porque al salir del Corazón de Jesús para siempre, se adentra en las tinieblas vivientes, también para siempre: "Afuera era de noche". Afuera del Sagrado Corazón, en donde brilla la Luz Eterna del Ser divino trinitario, solo se encuetra la siniestra oscuridad de las tinieblas vivientes, la terrorífica oscuridad del Reino de las tinieblas. No es indiferente estar o no estar en el Corazón de Jesús: fuera del Corazón de Jesús, solo hay oscuridad espiritual, tinieblas vivientes y muerte eterna, la muerte para siempre del condenado en el Lago de fuego. 

No pensemos que Judas Iscariote es el único traidor: cada vez que pecamos, cada vez que elegimos el pecado a la gracia, traicionamos al Amor del Sagrado Corazón de Jesús y por un nonada de treinta monedas de plata, nos arrojamos en los brazos del Enemigo de nuestras almas. Que la Virgen Santísima, que nunca abandonó al Sagrado Corazón de Jesús, sino que permaneció en Él en todo tiempo, sobre todo los momentos más amargos, nos impida salir del Cenáculo Viviente, el Sagrado Corazón de Jesús, encadenándonos al Sagrado Corazón con las cadenas del Divino Amor de su Corazón Eucarístico.

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