martes, 18 de abril de 2023

Jesús multiplica panes y peces

 


En este Evangelio, se describe un milagro, en el cual Jesús multiplica panes y peces. Se trata de un verdadero milagro, es decir, de una obra que solo puede ser hecha con sabiduría, potencia y amor divinos. En otras palabras, un milagro solo puede ser hecho por Dios: ni los ángeles buenos, ni los ángeles malos, como Satanás, pueden hacer milagros y mucho menos los hombres, porque ni ángeles ni hombres tienen la sabiduría, el poder y el amor divinos necesarios para realizar un prodigio que lleve el nombre de “milagro”.

Jesús hace un verdadero milagro, es decir, multiplica la materia constitutiva de los panes y peces; primero crea de la nada los átomos y las moléculas materiales que forman los panes y los peces y luego los multiplica en sobreabundancia y esto en un abrir y cerrar de ojos. No es, como dicen algunos, que lo que hizo Jesús fue “conmover” los corazones para que los que tenían compartieran con los que no tenían: hizo un verdadero milagro, un prodigio que solo Dios puede hacer.

Este milagro tiene dos objetivos, aparte de calmar el hambre corporal que la multitud que había ido a escuchar a Jesús realmente tenía; un objetivo es prefigurar otro milagro, en el que se multiplica no ya carne de pescado y pan material, sino la Carne del Cordero de Dios y el Pan de Vida eterna, la Sagrada Eucaristía, no para alimentar el cuerpo, sino para alimentar el alma; el otro objetivo, es hacer una obra de tal magnitud que quienes la vieran creyeran que el que hace esa obra solo puede ser Dios y por eso lo hace Jesús, para que, si alguien no cree a sus palabras, a su afirmación de que Él es Dios Hijo encarnado, “al menos crean en sus obras”, como Él mismo lo dice en el Evangelio: “Si no creen a mis palabras, al menos crean a mis obras”, es decir, a los milagros.

Por último, si la multiplicación de panes y peces es un signo de la divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, la multiplicación de la Carne del Cordero y del Pan de Vida eterna, la Sagrada Eucaristía, que la Santa Iglesia Católica realiza cada vez en la Santa Misa, es el milagro de los milagros, la prueba viviente de que la Iglesia Católica es la Única Iglesia Verdadera del Único Dios Verdadero, la Santísima Trinidad.

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