martes, 11 de abril de 2023

Jueves de la Octava de Pascua

 



         En este Evangelio (Lc 24, 35-48) podemos destacar dos momentos en relación a Jesús y a los discípulos. En relación a los discípulos, cuando Jesús resucitado se les aparece en medio de ellos, repiten la misma actitud de los demás, como por ejemplo, los discípulos de Emaús o María Magdalena: no reconocen a Jesús, a pesar de haber compartido con Él los años de predicación pública, a pesar de haber sido testigos de sus milagros, etc. En este caso en particular, “se llenan de temor y lo confunden con un fantasma”. Este desconocimiento es debido a que no poseen la luz del Espíritu Santo, que es lo que permite ver a Jesús y no a un fantasma o a un desconocido.

         Con relación a Jesús, hay dos acciones claves en esta aparición: primero, les infunde el Espíritu Santo, iluminando sus inteligencias, de manera que ellos puedan reconocer a Jesús resucitado, con su Cuerpo glorificado y lleno de la vida divina; luego, el envío a misionar que hace Jesús a su Iglesia naciente: “Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de todo esto”. También Jesús resucitado había dicho: “Vayan por todo el mundo anunciando el Evangelio a todas las naciones”. Es muy importante tener en cuenta estas palabras de Jesús, porque son el fundamento de la actividad misionera de la Iglesia; son el fundamento de la aprobación, por parte de la Iglesia, de la Conquista y Evangelización de América por parte de España, puesto que la Conquista y Evangelización no se trata de imposición de culturas, como si la cultura española-europea se hubiera impuesto por la fuerza sobre la cultura indígena, sino que se trata del cumplimiento de la orden del Hombre-Dios Jesucristo de evangelizar a las naciones con la Buena Noticia de la Encarnación del Hijo de Dios y de su misterio salvífico, puesto que la tierra, desde la caída de Adán y Eva, estaba cubierta por las tinieblas vivientes, los ángeles caídos y bajo el dominio cruel e implacable del Príncipe de las tinieblas, Satanás: la Conquista y Evangelización supone transmitir esta Buena Noticia de la salvación en Cristo Jesús a todas las naciones de la tierra, ya que al morir en Cruz en el Calvario, Jesucristo derrotó a los tres grandes enemigos de la humanidad, el Demonio, el Pecado y el Mundo y además abrió las puertas del Reino de los cielos para todos aquellos que quisieran seguirlo por el Camino Real de la Cruz, el Via Crucis.

         La Conquista y la Evangelización de América, por parte de España y la tarea evangelizadora de la Iglesia sobre todas las naciones, son un mandato directo del Hombre-Dios Jesucristo y es por esto que sería una gran temeridad oponerse a este mandato divino.

No hay comentarios:

Publicar un comentario