“El Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la
cabeza”. Ante el deseo expresado de un discípulo de “seguirlo adonde vaya”,
Jesús le responde que Él no tiene “donde reclinar la cabeza”. Debido a que
antes ha mencionado a las aves y a los zorros, que sí tienen dónde dormir,
podría suponerse que con la expresión “el Hijo del hombre no tiene dónde
reclinar la cabeza” se está refiriendo a la situación de carencia material que
Él afrontará en su condición de misionero que anuncia el Evangelio. Así, quien
siga a Jesús, no tendrá techo ni almohada mullida para descansar, debido a la
pobreza evangélica, necesaria para alcanzar el Reino de los cielos.
Pero con esta expresión está significando
también otra cosa, no solo que quien lo siga deberá vivir como Él, en la
extrema pobreza, sino ante todo que deberá seguirlo en la Cruz, porque es ahí en donde
literalmente no tiene “donde reclinar la cabeza”. Es en la Cruz, en la posición de
crucificado, en donde Jesús no tiene descanso, debido a la posición de los
brazos, y debido también a la pesada y enorme corona de espinas que le impide
cualquier posición de reposo.
Quien quiera seguir a Cristo crucificado, debe
estar dispuesto no sólo a vivir la pobreza de la Cruz, sino también a ser crucificado
junto con Cristo y, como Él, en la
Cruz, estar dispuesto también no tener un lugar donde
reclinar la cabeza.
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