“Cuando
venga el Paráclito, el Espíritu que Yo les enviaré desde el Padre, dará
testimonio de Mí” (Jn 15 26- 16, 6.
4). Luego de morir en la cruz y resucitar, Jesús ascenderá al cielo y desde
allí enviará, junto al Padre, al Paráclito, al Espíritu Santo, el Espíritu de
la Verdad, que “dará testimonio de Jesús”. Esto será de vital importancia para
la Iglesia de Jesucristo, sobre todo hacia el final de los tiempos, cuando
surja el Anticristo, porque el Anticristo se presentará con toda clase de
engaños y de falsos milagros, que confundirán incluso a los elegidos. El Anticristo
engañará de tal forma a los hombres, que todos creerán que es Cristo, y cuando se manifieste, modificará
la ley de Cristo y los Mandamientos acomodándolos a las necesidades y
conveniencias de los hombres y lo hará de tal manera, que todos estarán
convencidos que es el mismo Cristo en Persona quien lo está haciendo. Es por
esto que la función del Espíritu Santo, enviado por Cristo y el Padre, el Espíritu de la
Verdad, será la de iluminar las conciencias del pequeño rebaño remanente, el cual de esta forma será preservado del engañado y será advertido acerca del Falso Profeta, del Anticristo y de la
Bestia, quienes tomarán posesión de la Iglesia de Cristo. Solo quienes estén en
gracia, estarán inhabitados por el Espíritu Santo y solo quienes estén
inhabitados por el Espíritu Santo, serán capaces de advertir el engaño, pero
así mismo, serán, como dice Jesús, “echados de las sinagogas”, es decir, de las
Iglesias, e incluso, serán perseguidos a muerte, y los que les den muerte,
creerán dar “culto a Dios” con sus muertes, porque pensarán que están dando
muerte a apóstatas, cuando en realidad, estarán dando muerte a mártires, a los
verdaderos seguidores y adoradores del Cordero de Dios.
“Cuando
venga el Paráclito, el Espíritu que Yo les enviaré desde el Padre, dará
testimonio de Mí”. El mundo contemporáneo vive en las tinieblas, unas tinieblas
que amenazan a la Iglesia y que por alguna grieta ha entrado en la Iglesia,
según la denuncia del futuro beato Pablo VI: “A través de una grieta, ha
entrado el humo de Satanás en el templo de Dios”. A estas densas y siniestras tinieblas
vivientes del Infierno, que impiden la visión de Dios a las almas, solo las
pueden vencer la Luz Increada del Espíritu Santo, el Paráclito, enviado por el
Padre y el Hijo.
yo soy él, el Paraclito.
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