domingo, 11 de mayo de 2014

“Yo Soy el Buen Pastor y doy mi Vida por las ovejas”


“Yo Soy el Buen Pastor y doy mi Vida por las ovejas” (Jn 10, 11-18). Jesús es el Buen Pastor que no solo custodia y pastorea las ovejas, sino que da la Vida por ellas. Jesús obra como un buen pastor, que cuando se da cuenta que una de sus ovejas se ha desorientado y se ha caído por el barranco, y que indefensa y con sus heridas sangrantes atrae al lobo que merodea en busca de carne fresca, sin dudar ni un instante, mientras deja al resto del redil al seguro en el corral, desciende por el barranco en busca de la oveja que yace en el fondo del barranco, herida e indefensa, para salvarla a costa de su propia vida.
Así como obra este buen pastor de la tierra, así obra Jesús, Buen Pastor, Sumo Pastor Eterno, solo que Jesús desciende, no a por la ladera al fondo de un barranco, sino del cielo a la tierra, y su cayado no es el cayado de madera de un pastor humano, sino el leño de madera, la victoriosa Cruz ensangrentada, y se enfrenta, no a un lobo, a un animal mamífero, sino al Lobo infernal, al Demonio, el Ángel caído, el Ángel perverso que perdió la gracia pero no la naturaleza a causa de su soberbia, a causa de su rebelión contra Dios en el cielo, por no querer servir a la majestad de Dios Uno y Trino y ahora busca destrozar con sus afiladas garras a las débiles ovejas, las almas humanas que Dios ha creado a su imagen y semejanza, pero a las que Cristo, Buen Pastor,  las salva a costa de su vida; Jesús es el Buen Pastor que desciende hasta el fondo del barranco para curar a la oveja herida, pero no con vendas y aceite terrenos, sino con la medicina y el aceite curativo de la gracia santificante, que sana las heridas del alma y cierra sus cicatrices sin dejar huella alguna del mal del pecado. Jesús es el Buen Pastor que, una vez encontrada la oveja perdida y herida en el fondo del barranco y una vez curadas sus heridas, la carga sobre sus hombros, y la lleva de nuevo al redil, es decir, una vez que el Verbo de Dios humanado ha bajado del cielo y ha subido a la Cruz, introduce al alma en su Costado abierto y así introducida en su Sagrado Corazón, la lleva consigo al Reino de los cielos, a la Morada Santa, al Seno eterno del Padre, para que habite con la Trinidad para siempre y su alegría y felicidad sean completas y nunca le falten pastos verdes y agua cristalina, es decir, el Amor y la Alegría Divinas por siglos sin fin.

“Yo Soy el Buen Pastor y doy mi Vida por las ovejas”. También en cada Santa Misa, Jesús es el Buen Pastor que baja del cielo y entrega su Vida en la Eucaristía para que nosotros, débiles ovejas del rebaño de Dios, tengamos Vida eterna y la tengamos en abundancia.

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