“Yo
Soy el Buen Pastor y doy mi Vida por las ovejas” (Jn 10, 11-18). Jesús es el Buen Pastor que no solo custodia y
pastorea las ovejas, sino que da la Vida por ellas. Jesús obra como un buen
pastor, que cuando se da cuenta que una de sus ovejas se ha desorientado y se
ha caído por el barranco, y que indefensa y con sus heridas sangrantes atrae al
lobo que merodea en busca de carne fresca, sin dudar ni un instante, mientras deja
al resto del redil al seguro en el corral, desciende por el barranco en busca
de la oveja que yace en el fondo del barranco, herida e indefensa, para
salvarla a costa de su propia vida.
Así
como obra este buen pastor de la tierra, así obra Jesús, Buen Pastor, Sumo
Pastor Eterno, solo que Jesús desciende, no a por la ladera al fondo de un
barranco, sino del cielo a la tierra, y su cayado no es el cayado de madera de un
pastor humano, sino el leño de madera, la victoriosa Cruz ensangrentada, y se
enfrenta, no a un lobo, a un animal mamífero, sino al Lobo infernal, al
Demonio, el Ángel caído, el Ángel perverso que perdió la gracia pero no la
naturaleza a causa de su soberbia, a causa de su rebelión contra Dios en el
cielo, por no querer servir a la majestad de Dios Uno y Trino y ahora busca
destrozar con sus afiladas garras a las débiles ovejas, las almas humanas que Dios
ha creado a su imagen y semejanza, pero a las que Cristo, Buen Pastor, las salva a costa de su vida; Jesús es el Buen
Pastor que desciende hasta el fondo del barranco para curar a la oveja herida,
pero no con vendas y aceite terrenos, sino con la medicina y el aceite curativo
de la gracia santificante, que sana las heridas del alma y cierra sus
cicatrices sin dejar huella alguna del mal del pecado. Jesús es el Buen Pastor
que, una vez encontrada la oveja perdida y herida en el fondo del barranco y
una vez curadas sus heridas, la carga sobre sus hombros, y la lleva de nuevo al
redil, es decir, una vez que el Verbo de Dios humanado ha bajado del cielo y ha
subido a la Cruz, introduce al alma en su Costado abierto y así introducida en
su Sagrado Corazón, la lleva consigo al Reino de los cielos, a la Morada Santa,
al Seno eterno del Padre, para que habite con la Trinidad para siempre y su
alegría y felicidad sean completas y nunca le falten pastos verdes y agua
cristalina, es decir, el Amor y la Alegría Divinas por siglos sin fin.
“Yo
Soy el Buen Pastor y doy mi Vida por las ovejas”. También en cada Santa Misa, Jesús
es el Buen Pastor que baja del cielo y entrega su Vida en la Eucaristía para
que nosotros, débiles ovejas del rebaño de Dios, tengamos Vida eterna y la tengamos
en abundancia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario