domingo, 7 de diciembre de 2014

"Yo los bautizo con agua, pero Él los bautizará con el Espíritu Santo"


(Domingo II - TA - Ciclo B - 2014 - 2015)
          "Yo los bautizo con agua, pero Él los bautizará con el Espíritu Santo" (Mc 1, 1-8). La figura y las acciones de Juan el Bautista señalan el cambio de época que se inicia para la humanidad toda con la Llegada de Jesús, el Mesías: con su austeridad, viviendo en el desierto y alimentándose de langostas y miel silvestre, con su llamado a la conversión, exhortando a "allanar los senderos y preparar los caminos" y con el bautismo con agua, con la simbología implícita del lavado que arrastra lo que está sucio, en este caso, el pecado que ensucia el alma, el Bautista está indicando que la humanidad debe prepararse para recibir a su Redentor, que viene de lo alto, y que provocará un cambio de época, un cambio de era, dando inicio a una Nueva Era para la humanidad, porque "las cosas viejas" habrán pasado, porque el Mesías que viene, es el Hombre-Dios, que no bautiza con agua, sino con el Espíritu Santo, porque Él, en cuanto Hombre y en cuanto Dios, espira el Espíritu Santo junto al Padre, y es el Espíritu Santo el que renueva todas las cosas, empezando por el hombre: el Espíritu Santo, espirado por el Hombre-Dios y el Padre, disuelve el pecado que anida en la raíz metafísica del hombre y contamina todo su ser, su alma y su cuerpo, y así lo libera del pecado, pero no solo lo libera del pecado, sino que le infunde de su santidad, concediéndole la gracia divina, que lo hace partícipe de la vida trinitaria de Dios Uno y Trino. Y si bien son el Padre y el Hijo quienes infunden el Espíritu Santo, este es vehiculizado por la Sangre del Cordero de Dios, y para que esta Sangre sea derramada sobre los corazones de los hombres, es necesario que el Cordero de Dios sea sacrificado en el Ara Santa de la Cruz, y para que la Sangre llegue a todos los hombres de todos los tiempos, es necesario que el Santo Sacrificio de la Cruz, el mismo que está con su virtud en los cielos y que se realizó en el Calvario, llegue con su poder salvífico y con su efecto redentor a los hombres de todos los siglos, y esa es la razón por la cual se celebra la Santa Misa, renovación incruenta y sacramental del mismo y único Santo Sacrificio de la Cruz. Solo así, por medio del Santo Sacrificio del Altar, los hombres recibirán la lluvia benéfica de la Sangre del Cordero "como degollado", que sacrificado en la cruz, se inmola y derrama su Sangre en la cruz y la vierte en el cáliz cada vez en la Santa Misa, por la efusión de Sangre de su Sagrado Corazón traspasado, para infundir con esa Sangre su Espíritu Santo, sobre los hombres que deseen recibirlo con fe y con amor en la Comunión Eucarística.

          Es para esta efusión del Espíritu, contenida en la Sangre del Cordero de Dios, efundida y derramada a través del Costado traspasado del Cordero en la cruz y recogida en el cáliz del altar eucarístico, para ser derramada sobre las almas de los hombres, es que el Bautista llama a la conversión del corazón, a la penitencia y a "allanar los senderos y preparar los caminos", para que el Cordero pueda derramar su Espíritu Santo sobre sus corazones y colmarlos de sí mismo, el Amor de Dios. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario