“El
Reino de Dios ha llegado a vosotros” (Lc
11, 14-23). La expulsión de demonios con el solo poder de su voz, la
multiplicación de panes y peces, la curación de enfermos, la resurrección de
muertos, son todos signos realizados por Jesús que indican que Él no es un
profeta más entre tantos, sino Dios mismo, en la Persona del Hijo, que ha
venido a la tierra y, con Él, ha llegado su Reino, un Reino de luz, que se
opone al Reino de las tinieblas del Príncipe de las tinieblas. Los múltiples
signos de Jesús indican que Él es el Mesías, pero que no ha venido aquí para
convertir la tierra en un paraíso sino para derrotar a los tres grandes
enemigos del hombre –el Demonio, el Pecado y la Muerte- por medio de su
sacrificio en cruz. En este sentido, la Cruz es el signo más patente de la
llegada del Reino de Dios a los hombres. Y si lo es la Cruz, lo es entonces
también la Santa Misa, renovación incruenta y sacramental del Santo Sacrificio
de la Cruz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario