“Pidan
y se les dará; busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá” (Mt 7, 7-12). Jesús nos garantiza que, si
pedimos, se nos dará; si buscamos, encontraremos; si llamamos, se nos abrirá. Es
Palabra de Cristo, lo cual quiere decir “Palabra de Dios”, porque Cristo es
Dios. Jesucristo nos anima a pedir, a buscar, a llamar, con la certeza total de
que seremos escuchados y nuestras peticiones serán atendidas: “Pidan y se les
dará; busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá”. Entonces, como es “Palabra
de Dios”, estamos más que seguros de que lo que pidamos, se nos dará; lo que
busquemos, encontraremos, y cuando llamemos, se nos abrirá. Pero entonces, se
nos presenta un dilema: ¿qué pedir?, ¿qué buscar?, ¿adónde llamar?
Llevados
de la mano de María, como un niño pequeño es llevado por su madre, amorosa, pidamos,
busquemos y llamemos: pidamos participar de la Pasión de Jesús en cuerpo y alma;
busquemos vivir en gracia y postrados ante la cruz, besando con amor y devoción sus pies
ensangrentados; toquemos a las puertas del sagrario, llamemos al Sagrado Corazón
Eucarístico de Jesús, le pidamos entrar en Él a través de su Costado
traspasado, y quedémonos ahí, para siempre.
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