“Mis
ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen” (Jn 10,22-30). Después de que Jesús les revelara que Él es el Buen
Pastor, le exigen a Jesús que les diga si Él es el Mesías o no. Jesús les dice
que Él ya se los ha dicho y que ellos no lo escuchan porque no lo conocen, es
decir, no son sus ovejas, y por eso no lo conocen: “Ya se lo dije, pero ustedes
no lo creen. Las obras que hago en nombre de mi Padre dan testimonio de mí, pero
ustedes no creen, porque no son de mis ovejas”. Las obras que hace Jesús –sus
milagros- son las que hablan de Él y dan testimonio de Él, pero como no son sus
ovejas, no lo reconocen. Sus ovejas sí lo conocen y sí saben escuchar su voz: “Mis
ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen”.
En
la actualidad, muchos abandonan la Iglesia después de hacer el Catecismo y la
Confirmación y así demuestran que no son ovejas de Cristo y que no reconocen su
voz ni tampoco sus obras. Su Obra de Dios Mayor es la Eucaristía, pero la
inmensa mayoría de los católicos no parece tener en cuenta qué es la Eucaristía
y por eso, una vez hecho el Catecismo, dejan la Iglesia.
El
Buen Pastor nos habla desde la Eucaristía, acudamos ante el llamado de su voz y
postrémonos ante su Presencia Eucarística. Si somos sus ovejas, reconoceremos
su voz y lo adoraremos en la Eucaristía.
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