"La pesca milagrosa"
(Konrad Wirtz)
(Ciclo
B – 2018)
“Es
el Señor” (Jn 21, 1-14). En una de sus apariciones ya como resucitado, Jesús se
aparece a sus discípulos “a orillas del mar de Tiberíades”, en el lugar en el
cual habían ido a pescar “Simón Pedro, Tomás, llamado el Mellizo, Natanael, el
de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos”. Tiran las
redes durante toda la noche, pero no obtienen nada. Cuando regresan, al
amanecer, ven a Jesús en la orilla, aunque no lo reconocen. Jesús les pregunta
si tienen algo para comer, ellos le responden que no y Jesús les indica que “tiren
la red a la derecha de la barca” ya que allí encontrarán peces. Los discípulos
obedecen y la red se llena de tal cantidad de peces, que “no podían arrastrarla”.
Es en ese momento en que Juan Evangelista reconoce a Jesús al decir “Es el Señor”
y se arroja al agua para llegar a la orilla, haciendo lo mismo Pedro
inmediatamente después.
El
milagro de la pesca milagrosa tiene múltiples significados sobrenaturales: la
pesca infructuosa, antes del encuentro con Jesús, se realiza de noche y aunque
Pedro está a la cabeza, se realiza sin Jesús; a pesar del trabajo –pescan toda
la noche- la pesca es infructuosa, porque no consiguen nada. La pesca se hace
de noche, en el lugar indicado, y a pesar de esto, es infructuosa.
La
pesca milagrosa se da en otro contexto: Jesús es quien dirige la pesca, a pesar
de que no está en la barca; la pesca milagrosa se realiza siguiendo las órdenes
de Jesús, lo cual significa su Magisterio; se realiza de día, aunque no es la
hora indicada; se realiza en un lugar ya explorado por los discípulos, pero
ahora bajo la guía de Jesús y obtiene una gran abundancia de frutos.
El
episodio se comprende mejor cuando se tiene en cuenta que las realidades
naturales son representaciones de las sobrenaturales: la barca es la Iglesia;
Pedro es el Vicario de Cristo; la noche es la ausencia de Cristo; el mar es el
mundo; los peces son los hombres; la pesca infructuosa a pesar de trabajar toda
la noche, es el activismo puramente materialista que no está basado ni en la oración
ni en la confianza en Jesús como Guía de la Iglesia; la pesca de día significa
el trabajo de la Iglesia bajo la luz del Sol de justicia, Cristo Jesús; que
Jesús ordene la pesca desde la orilla y no desde dentro de la barca, significa
que Él gobierna la Iglesia con su Espíritu; la pesca milagrosa, esto es, la red
llena de peces, significa que solo por la acción de la gracia los hombres son
capaces de entrar en la Iglesia.
Por
último, el reconocimiento de Juan Evangelista, luego del milagro, al decir: “¡Es
el Señor!”, significa que los milagros tienen por objetivo demostrar
precisamente que Jesús “es el Señor”, en cuanto Él es el Hijo de Dios
encarnado, Señor de señores y Rey de reyes.
Si
la Iglesia atraviesa un momento en el que la pesca es infructuosa, se debe a
este hecho: que se confía demasiado en las fuerzas humanas y se vuelca hacia un
activismo de orden socialista, en vez de confiar sus esfuerzos al Señor Jesús y
considerar que su fin primordial es salvar las almas –eso significan los peces
atrapados en la red- y no terminar con la pobreza –material- en el mundo.
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