(Ciclo
B – 2018)
“Les reprochó su incredulidad” (Mc 16, 9-15). La nota común para los Apóstoles, luego de la
Resurrección de Jesucristo, es la incredulidad. En efecto, el Evangelio destaca
las numerosas veces en las que los Apóstoles, antes de ver en Persona a Jesús,
recibieron noticias por diversos canales distintos de que Jesús había
resucitado, y sin embargo, persistieron en su incredulidad. El Evangelio señala
algunas de las ocasiones en las que los Apóstoles, en vez de dar paso a la fe
en las palabras de Cristo, de que habría de resucitar al tercer día, en vez de
eso, se dejan llevar por su propia razón humana la cual, cuando no está
iluminada por la luz de la gracia, es una luz tan débil que casi se asemeja a
la oscuridad. El Evangelio narra en primer lugar el caso de María Magdalena, a
la cual Jesús se le apareció en primer lugar, la cual fue a contarles que había
visto a Jesús resucitado, pero ellos se mostraron incrédulos: “Jesús, que había
resucitado a la mañana del primer día de la semana, se apareció primero a María
Magdalena, aquella de quien había echado siete demonios. Ella fue a contarlo a
los que siempre lo habían acompañado, que estaban afligidos y lloraban. Cuando
la oyeron decir que Jesús estaba vivo y que lo había visto, no le creyeron”. Estaban
“afligidos y lloraban” por la muerte de Jesús, pero cuando María Magdalena les
cuenta que se le apareció a ella resucitado, “no le creyeron”, dice el
Evangelio.
Luego, el Evangelio narra el caso de los discípulos de
Emaús, a los cuales tampoco les creyeron: “Después, se mostró con otro aspecto
a dos de ellos, que iban caminando hacia un poblado. Y ellos fueron a
anunciarlo a los demás, pero tampoco les creyeron”. “Tampoco les creyeron”,
nueva muestra de incredulidad. Parecen estar repitiendo el pecado de los judíos
que, ante los milagros de Jesús que demostraban que Él era Dios, continuaban –y
continúan- sin creer que Él es Dios.
Luego de narrar estos dos episodios de incredulidad, el
Evangelio relata la aparición de Jesús a los Once y el reproche que casi de
inmediato les dirige a causa de su incredulidad y obstinación en no querer
creer a quienes les habían dicho que lo habían visto resucitado: “En seguida,
se apareció a los Once, mientras estaban comiendo, y les reprochó su
incredulidad y su obstinación porque no habían creído a quienes lo habían visto
resucitado”. Luego del reproche, Jesús los envía a predicar a todo el mundo “la
Buena Noticia” de su Resurrección: “Entonces les dijo: “Vayan por todo el
mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación”.
Ahora bien, también nosotros somos enviados “a toda la
creación” a anunciar la misma Buena Noticia de su Resurrección, con el agregado
de que debemos anunciar no solo de que ha resucitado, sino que se encuentra con
su Cuerpo glorioso, lleno de la vida y de la gloria de Dios, en la Eucaristía. Pero
no podremos cumplir esta misión si, al igual que los Apóstoles, permanecemos
incrédulos ante la Presencia real, verdadera, substancial y gloriosa de
Jesucristo en la Eucaristía.
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