sábado, 13 de febrero de 2021

Jueves después de Cenizas


 

“Es necesario que el Hijo del hombre sufra su Pasión (…) para resucitar al tercer día” (Lc 9, 22-25). En solo un renglón, con muy pocas palabras, Jesús revela su misterio salvífico de Muerte y Resurrección, además de revelar el sentido de nuestra existencia terrena. En efecto, Él es el Hombre-Dios, Dios Hijo encarnado, que ha venido a este mundo no solo para “deshacer las obras del Diablo”, sino para también vencer al pecado y a la muerte, a los tres grandes enemigos de la humanidad desde el pecado original; ha  venido para concedernos su gracia santificante, que nos quita el pecado y nos convierte en hijos adoptivos de Dios, para así llevarnos al Cielo.

Ahora bien, este nuevo horizonte de vida que nos trae Cristo, que es el de la vida eterna en el Reino de los cielos, no es obligatorio para nadie, puesto que somos libres y en cuanto tales, tenemos la capacidad de elegir seguir a Jesús o no. Es por esta razón que, después de revelar su misterio de salvación, Jesús dice: “Si alguien quiere seguirme, que no se busque a sí mismo, que tome su cruz de cada día y me siga”. Es decir, Jesús nos revela su misterio pascual y nos revela también que el camino para llegar al Cielo es identificarnos con Él, tomar la cruz de cada día y seguirlo, pero Él dice: “Si alguien quiere” seguirme, lo cual está indicando claramente que deja a nuestro libre albedrío el seguirlo o no seguirlo. Ahora bien, sabemos las consecuencias de seguirlo o no seguirlo: si nos aferramos a la cruz, si nos negamos a nosotros mismos, si vamos en pos de Cristo, alcanzaremos el Reino de los cielos; pero si no nos negamos a nosotros mismos, si no aferramos la cruz y si no lo seguimos, estaremos cumpliendo nuestra voluntad y no la de Dios, pero nos estaremos encaminando por un sendero ancho y espacioso que no conduce al Reino de Dios, sino al reino de las tinieblas y esa será nuestra perpetua morada.

“Es necesario que el Hijo del hombre sufra su Pasión (…) para resucitar al tercer día”. Todo cristiano está llamado a participar de la Pasión del Hijo de Dios; todo cristiano está llamado a seguirlo por el Camino Real de la Cruz; todo cristiano está destinado, por el seguimiento de Jesús en el Via Crucis, a ser salvado en el Reino de los cielos. Pero es cierto también que no todo cristiano alcanzará el Reino de los cielos, no porque Dios no quiera, sino porque es la misma persona la que no quiere seguir a Jesús. Es por esto que es necesario, de toda necesidad, pedir la gracia de la perseverancia final en la fe y en las buenas obras, para así alcanzar el Reino de Dios en la eternidad.

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