jueves, 6 de mayo de 2021

“Como el Padre me ama, así los amo Yo. Permanezcan en mi Amor”

 


“Como el Padre me ama, así los amo Yo. Permanezcan en mi Amor” (Jn 15, 9-17). Antes de sufrir su Pasión y Muerte en cruz, Jesús se despide de sus discípulos en la Última Cena y les da una recomendación, que surge desde lo más profundo de su Sagrado Corazón: que permanezcan en el Amor con el que Él los ha amado, que es el Amor, a su vez, con el que el Padre lo ama desde la eternidad, el Espíritu Santo. Ahora bien, para que esto sea posible, es decir, para que ellos permanezcan en su Amor, es necesario que los discípulos lo demuestren con obras, porque la fe, sin obras, es una fe muerta; en este caso, la obra que Jesús les pide que hagan, con la cual demostrarán el amor hacia Él, es que cumplan los mandamientos de la Ley Divina, los Mandamientos de Dios, sus Mandamientos: “Si cumplen mis mandamientos, permanecen en mi Amor”. En otras palabras, cumplir la Ley de Dios, lejos de ser un rigorismo farisaico, asegura al alma la permanencia en el Amor de Cristo, es decir, en su Sagrado Corazón. Muchos integrantes de sectas anti-cristianas acusan a los católicos que desean cumplir los Mandamientos de la Ley Divina de ser “rigoristas”, “duros de corazón”, “fariseos”, cuando en realidad se trata de todo lo contrario, porque quien desea cumplir los Mandamientos de la Ley de Dios y pone todo su empeño en esta tarea, obtiene de Dios el Amor Divino, el Espíritu Santo, que es todo lo opuesto a la rigidez y dureza de corazón y al fariseísmo religioso. Por otra parte, quien desea cumplir la Ley de Dios, debe amar a su prójimo, incluido el enemigo, hasta la muerte de cruz, porque así es como nos ha amado Jesús, hasta la muerte de cruz, y eso es lo más opuesto y lejano a la dureza de corazón que pueda haber, de ahí que sea injusto y falso calificar al católico practicante de la Ley de Dios de “fariseo” o “rígido” de corazón.

         “Como el Padre me ama, así los amo Yo. Permanezcan en mi Amor”. Si amamos a Jesús, cumpliremos, o mejor dicho, haremos todo el esfuerzo de cumplir, los Mandamientos de la Ley de Dios: así demostraremos que amamos a Jesús y Jesús, a cambio, nos dará en recompensa lo más preciado de su Sagrado Corazón Eucarístico, el Amor de Dios, el Espíritu Santo.

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