jueves, 27 de mayo de 2021

Fiesta de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote

 


         Durante la Última Cena, que es al mismo tiempo la Primera Misa realizada en la historia, Jesucristo, que es el Sumo y Eterno Sacerdote, deja a su Iglesia Naciente el más grande don que pueda realizar: el don de su Cuerpo y de su Sangre, contenidos en la Sagrada Eucaristía. El amor de Jesús por su Iglesia, por su Cuerpo Místico, es tan grande, que aunque Él deba morir y pasar de esta vida a la vida eterna, por medio del Santo Sacrificio de la Cruz, Él dejará a su Iglesia el don de Sí mismo, su Cuerpo y su Sangre glorificados en la Eucaristía. Es decir, si bien Jesús resucitará y ascenderá glorificado al Cielo, regresando así al seno del Eterno Padre, de donde vino, al mismo tiempo, se quedará entre nosotros, en la Sagrada Eucaristía, cumpliendo así su promesa de quedarse con nosotros, todos los días, hasta el fin del mundo: “Yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. Para que esta promesa se cumpla, Jesús instituye también en la Última Cena el sacerdocio ministerial, distinto al sacerdocio común de los bautizados, mediante el cual su Esposa Mística, la Iglesia Católica, será capaz de convertir el pan y el vino del altar en el Cuerpo y la Sangre del Cordero de Dios, Cristo Jesús. Por esta razón, mientras exista el sacerdocio ministerial –que obtiene todo su poder al participar el sacerdote, por su ordenación, del poder de Jesús Sumo y Eterno Sacerdote-, seguirá existiendo la Presencia Sacramental de Jesucristo, el Hombre-Dios, en medio de su Iglesia, la Única Iglesia Verdadera del Único Dios verdadero, Dios Uno y Trino.

         En tiempos de desolación, como el que estamos viviendo, pero también en tiempos de consolación, acudamos entonces al sagrario, para adorar, postrados, la Presencia Sacramental del Cordero de Dios, Cristo Jesús, quien está con nosotros y seguirá estando con nosotros, hasta el fin del mundo, en la Sagrada Eucaristía.

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