jueves, 24 de junio de 2021

“No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos”


 

“No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos” (Mt 9, 9-13). Para entender el dicho de Jesús, hay que entender qué es lo que sucede con Mateo: en los tiempos de Jesús, el territorio Palestino estaba ocupado militarmente por el Imperio Romano y puesto que Roma se había anexado ese territorio, cobraba impuestos para el Imperio. En otras palabras, los judíos que vivían en Palestina eran tributarios de un imperio extranjero, el Imperio Romano y por eso anhelaban la llegada de un Mesías que los liberara del yugo de sus enemigos. Mateo, en el momento en el que Jesús lo llama a su servicio diciéndole: “Sígueme”, era recaudador de impuestos y como tal, era visto como un pecador, algo así como una especie de traidor a la nación, porque recaudaba impuestos no para Israel, sino para Roma. Respondiendo al llamado de Jesús, Mateo deja su mesa de recaudador de impuestos y en el acto sigue a Jesús; luego, siendo ya discípulo de Jesús, lo invita a comer a su casa, invitación que Jesús acepta gustoso. Estando en la mesa con Mateo, los fariseos se escandalizan falsamente, al pensar que Jesús hace amigos y discípulos con los pecadores, en este caso, con un traidor a la nación. Y esto es lo que los lleva a exclamar: “¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores?”. Al oír esto, Jesús responde que “no son los sanos los que tienen necesidad de médico, sino los enfermos”. Con esta respuesta, deja sin palabras a los fariseos, porque si ellos consideraban enfermo, es decir, pecador, a Mateo, por el hecho de ser recaudador de impuestos, entonces es él, pecador o enfermo, quien tiene necesidad de la redención del Mesías o de la cura del médico. Por otra parte, los fariseos se consideraban a sí mismos puros y santos, es decir, sanos, y por lo tanto, no necesitados de la visita, ni del Mesías, ni del médico.

“No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos”. Jesús hace equivaler al enfermo con el pecador y al Mesías, que es Él, al médico: de hecho, uno de los títulos de Jesús es el de “Médico de almas” y de esta manera, en la figura de Mateo, el pecador o también el enfermo, necesitado del Mesías y del Médico del alma que es Jesucristo, también debemos reconocernos nosotros, que somos pecadores y que, por lo tanto, necesitamos de la Misericordia Divina del Médico de almas, Nuestro Señor Jesucristo, Misericordia que se nos concede en el Sacramento de la Penitencia y en la Sagrada Eucaristía.

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