jueves, 10 de junio de 2021

“Tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará”


 

“Tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará” (Mt 6, 1-6. 16-18). Jesús nos da un consejo para evitar caer en la vanagloria, algo muy común entre los hombres. Para entenderlo, hay que considerar primero que es una consecuencia de nuestro orgullo, el querer obrar algo bueno pero solo para ser admirados, recompensados, aplaudidos, por los demás y no por el hecho de obrar una obra de bondad. Jesús nos advierte acerca de este peligro, puesto que esta clase de obras, aun cuando sean buenas, no son meritorias para el Cielo. Si queremos realizar alguna obra buena, que nos sirva de mérito para alcanzar el Cielo, debemos evitar, según el consejo de Jesús, el realizar dichas obras –oración, ayuno, obras de misericordia- para procurar la atención y el aplauso de los demás: debemos hacer estas obras, sí, pero en el mayor de los silencios y en el mayor de los anonimatos, de manera tal que, por ejemplo, si hago una donación –a la Iglesia, a un pobre- no debo andar proclamándolo a los cuatro vientos y si hago ayuno, como forma de orar con el cuerpo, no debo actuar de manera tal que los demás se den cuenta de que hago ayuno. De esta manera, no solo Jesús nos ayuda para evitar caer en la vanagloria, sino que además nos ayuda para que obtengamos la verdadera recompensa, que es el ser recompensados por el Padre del Cielo y no ser homenajeados por los hombres. El homenaje humano, el aplauso de los hombres, debe ser evitado a toda costa por el cristiano; por eso, si hace alguna obra buena, lo debe hacer desde el mayor anonimato posible. Lo que debe buscar el cristiano es obrar el bien, la misericordia, la caridad y ejercitar la piedad –orar, hacer ayuno-, pero no para recibir el aplauso humano, sino para recibir el premio de Dios Padre, quien “ve en lo secreto” y es quien nos “recompensa” por el bien que podamos hacer.

El Amor del Padre, el Espíritu Santo, es la mayor y única recompensa que debemos buscar los cristianos y no el aplauso de los hombres y para ello, debemos hacer el bien de forma de pasar desapercibidos; sólo así nos recompensará Dios Padre, quien “ve en lo secreto” del corazón.

 

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