“¡Ay
del que ocasiona escándalos! Más le valdría que le ataran una piedra de moler al cuello
y lo arrojaran al mar” (Lc 17, 1-6). Ser
causa de escándalos en la Iglesia de Cristo es algo tan grave, dice Jesús, que sería
preferible que, al que los causa, antes de causarlos, les ataran una piedra al
cuello y lo arrojaran al mar.
Tal
vez alguno se escandaliza por la dureza de las palabras de Jesús, puesto que
Jesús está diciendo que es preferible que al que causa escándalos se le provoque
la muerte por ahogamiento, antes que dejarlo causar el escándalo.
Sin
embargo, el que se escandaliza de estas palabras, es porque desconoce la
inmensa majestad de Dios, ofendida por los escándalos, y desconoce también la
malicia que esconde el escándalo mismo.
Debido
a la gravedad de las palabras de Jesús, es necesario saber qué es “escándalo”,
y en qué situaciones se produce, para evitarlas. El escándalo es, según su
definición, una acción que provoca rechaza público por su inmoralidad. ¿Quién
comete escándalo ante los ojos de Dios? En nuestra sociedad atea y materialista, son innumerables las
situaciones que producen escándalo a los ojos de Dios, y estos van desde los más pequeños, a los más grandes: es
un escándalo que un cristiano no perdone a quien lo ofende; que un joven
cristiano profane su cuerpo con alcohol, drogas, pornografía y relaciones prematrimoniales;
es un escándalo que jóvenes cristianos confundan diversión sana con perversión;
es un escándalo que esposos cristianos vivan en discordia, por no acudir a la
oración y a la intercesión de la Virgen y al auxilio de la gracia de
Jesucristo; es un escándalo un sacerdote pedófilo, fornicario, apóstata, hereje, cismático; es un escándalo el "genocidio silencioso", el aborto a escala planetaria; es un
escándalo un gobernante apátrida e inmoral; es un escándalo un cristiano que consume
y/o produce programas televisivos y de Internet inmorales; es un escándalo la
música cumbia, la música rock satánica, las películas que ensalzan la brujería
y el satanismo, y los cristianos que con su consumo, alientan y financian su
producción; es un escándalo que en un momento de la civilización humana, en la
que la producción de alimentos y viviendas es sumamente fácil, existan seres
humanos que vivan en villas miserias y mueran de hambre; es un escándalo la producción
de armas nucleares en número suficiente para destruir cien veces el planeta
tierra; es un escándalo las guerras genocidas, las guerras entre hermanos; es
un escándalo un régimen ateo y materialista de gobierno, sea comunista o
liberal; es un escándalo que se construyan monumentos a ídolos mudos y muertos,
como el fútbol, y ya no se construyan más catedrales; es un escándalo que los
gobernantes de las naciones del mundo no se guíen por la Doctrina Social de la
Iglesia…
“¡Ay
del que ocasiona escándalos! Más le valdría que le ataran una piedra al cuello
y lo arrojaran al mar”. No estamos exentos de ser causa de escándalos; por eso,
debemos estar atentos y vigilantes contra nosotros mismos, para que la llegada
del Señor no nos sorprenda “como el ladrón que llega de improviso” (cfr. Lc 12, 39).
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