“Como
el relámpago brilla en el cielo así vendrá el Hijo del hombre” (Lc 17, 20-25). En la imagen del relámpago
que surca veloz el cielo, en un día de oscuridad y tormenta, Jesús grafica cómo
será el Día del Hijo del hombre, es decir, el Día en que Él venga a juzgar al
mundo, llamado en la Biblia “Día de la ira de Dios”.
La
imagen da idea de la situación espiritual de la humanidad al momento de la Llegada
del Hijo del hombre: el rayo se desencadena en una tormenta, y como es algo
luminoso, se contrasta con la oscuridad de la tormenta. Así estará la humanidad
entera el día que Jesús llegue a juzgar la tierra: sumergida en la oscuridad
del pecado y del mal, e inmersa en las tinieblas de la ignorancia y del error,
de tal manera que la luminosidad del rayo contrastará con las tinieblas y la
oscuridad, tanto más cuanto que la blancura del rayo simboliza la pureza y la
gloria de su Ser divino, que disipará la densa oscuridad del espíritu del mal,
que para esos días se habrá abatido sobre la humanidad como nunca antes en la
historia.
Pero
la figura del rayo también simboliza la prontitud y celeridad de su Llegada, lo
cual contrastará con otro signo de los tiempos, y es la aparición de falsos
mesías, falsos profetas, falsos maestros, y de innumerables sectas, unas más
tenebrosas que otras: si las sectas pueden decir: “Aquí está el Mesías”, o si los
falsos profetas –como por ejemplo, Soon Myung Moon, Sai Baba, David Koresh, y
tantos otros más- pueden decir: “Yo soy el Mesías”, esto es señal de su radical
falsedad, porque precisamente el Mesías vendrá como el rayo, en un abrir y
cerrar de ojos, sin dar tiempo, como lo hacen los sectarios y los fundadores de
sectas, devenidos en falsos cristos, a montar toda una institución que propague
el falso mensaje de salvación. La señal de que alguien es un falso profeta o
mesías, es precisamente el tiempo: mientras Jesús vendrá de modo repentino,
como el rayo cruza el cielo de oriente a occidente, los sectarios tendrán
tiempo de montar sus instituciones y de tejer las telas de arañas de sus falsas
doctrinas.
“Como
el relámpago brilla en el cielo así vendrá el Hijo del hombre”. El Día del
Juicio Final, el Día de la ira de Dios, Jesús vendrá como Justo Juez, como un
rayo atraviesa el cielo; ese día, llamado “terrible” por los Padres de la
Iglesia, temblarán hasta los ángeles ante la ira de Dios, y ya se habrá
terminado la misericordia.
Mientras
tanto, nos queda el tiempo de la misericordia, los días ordinarios, los días de
todos los días, en los que Jesús viene no como Justo Juez, sino como Dios de la
Misericordia y del perdón, de la paz y del Amor, y viene como Rey pacífico, en
el silencio del altar eucarístico, obedeciendo a la voz del sacerdote en la
consagración. Estos días son días de misericordia, que hay que aprovecharlos al
máximo, antes de que sea tarde.
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