(Domingo XXXIII – TO – Ciclo B – 2012)
“Cuando
vean estas cosas, sepan que el fin está cerca” (Mc 13, 24-32). Jesús da las señales del fin de los tiempos, del fin
de la historia humana, en los que Él vendrá como Justo Juez a juzgar al mundo. Da
señales, pero no dice cuándo será, porque “el día y la hora nadie lo sabe”, ni
siquiera el Hijo del hombre –no en cuanto hombre, pero sí en cuanto Dios-, sólo
Dios Padre.
El
cristiano, por lo tanto, debe estar atento a las señales de los tiempos, para
discernir si estas señales aparecen o no, porque si se las detecta, si empiezan
a aparecer, entonces significa que el Día del Juicio Final está cerca.
Ahora
bien, más allá de la indicación precisa del Juicio Final, la advertencia de
Jesús, “sepan que el fin está cerca”, alcanza a todo hombre en cualquier época
de la historia humana, porque con “el fin cercano”, Jesús se refiere también al
fin de la vida humana en la tierra, al fin de toda persona humana que nace en
este mundo. La vida humana es limitada, frágil, mortal, y cada segundo que pasa
se encamina hacia su fin natural, que es la muerte, pero del mismo modo a como
el Fin del mundo, el Día del Juicio Final, es el comienzo, al mismo tiempo, del
Día sin ocaso, es decir, del Día de Dios, la eternidad, así también, el fin de
la vida humana en la tierra es el inicio de la vida eterna, de la vida que no
termina más.
Es esto
lo que el cristiano debe tener en mente, cuando se reflexiona sobre este
Evangelio, además de tener en cuenta el fin del mundo: los días en la tierra
pasan veloces -“Nuestra vida, Señor, pasa como un soplo”, dice el Salmo-, y al
término de ellos asoma el horizonte de la eternidad, eternidad para la cual
debemos estar preparados.
Precisamente,
la vida en la tierra no tiene otro sentido que la preparación, por las obras de
misericordia, por la fe y por el amor, para ganar la vida eterna, ya que el
paso de esta vida a la felicidad eterna en los cielos, en la contemplación de la Trinidad, no es automático,
puesto que se requiere obrar la misericordia para acceder a la comunión de vida
y amor con las Tres divinas Personas.
Quien no
obre la misericordia, no sólo no accederá a esta comunión, sino que será
precipitado en el infierno, en el lugar en donde obtendrá para toda la
eternidad lo que libremente eligió con su ausencia de misericordia.
“Cuando
vean estas cosas, sepan que el fin está cerca”. No sabemos si viviremos los
tiempos profetizados por Jesús; no sabemos si viviremos los días de la
manifestación del Hijo del hombre, pero sí sabemos con certeza que los días de
nuestra vida se terminan, que cada día que pasa es un día menos que falta para
nuestra propia muerte y encuentro personal con el Hombre-Dios Jesucristo, en
donde compareceremos ante Dios Trino para recibir el juicio particular, que
decidirá nuestro destino eterno: o el fuego del Amor de Dios, el Espíritu
Santo, o el fuego del infierno.
Todo el
tiempo de esta vida terrena, es tiempo de misericordia, que Dios nos otorga
para que obremos el bien y salvemos nuestras almas.
Creo que el final esta muy cerca.. se ha previsto que ni fecha no hora se sabe.. Pero las señales han sido mas que ovias, todo lo que pasa pronto acabara.
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