“Yo
Soy el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn
14, 1-6). Jesús en la Eucaristía es el Camino, la Verdad y la Vida.
Jesús
en la Eucaristía es el Camino que conduce al cielo, porque la Eucaristía
contiene algo infinitamente más grande que los infinitos cielos, y es el
Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús, Puerta de las ovejas, abierta a los
creyentes por el lanzazo en la Cruz, Puerta que conduce al seno mismo de Dios
Padre.
Jesús
en la Eucaristía es el Camino que conduce a la Casa del Padre, Casa que tiene
muchas habitaciones, porque por esta Puerta abierta que es el Sagrado Corazón
Eucarístico de Jesús, cuando se traspasan sus umbrales, se ingresa allí donde
el Padre tiene su morada, se ingresa en la Casa del Padre, allí donde Cristo
fue a prepararnos una habitación. Quien comulga la Eucaristía ingresa ya, por
anticipado, a la habitación de la Casa del Padre que Jesús preparó con su
muerte en Cruz y resurrección.
Jesús
en la Eucaristía es el Camino que nos conduce a la comunión de vida y Amor con
Dios Padre, porque nadie va al Padre si no es por este Camino, que en el Padre
inicia y en el Padre finaliza. Jesús en la Eucaristía es el Pontífice máximo que
nos une con Dios Padre, porque Él está en el Padre desde la eternidad, por la
divinidad, y nosotros estamos en Él, al compartir la humanidad por la Encarnación, y Él está en
nosotros por el Sacramento del Altar[1]. Quien
se une a Cristo por la Eucaristía, se une a Él en su Cuerpo y recibe de Él su Espíritu
que inhabita en su Cuerpo y por su Espíritu es hecho un mismo cuerpo y un mismo
espíritu con Cristo, y así es conducido a la unión en el Amor con Dios Padre.
Jesús
en la Eucaristía es la Verdad, porque Él es la Verdad Subsistente, es la Verdad
en Acto Puro de Ser; es la Verdad en sí misma, la Verdad en Persona, la Verdad que
sin sombra alguna de error nos habla de lo que “vio y oyó” en la eternidad, y
lo que vio y oyó en la eternidad es que Dios Padre nos ama con Amor de locura y
quiere que seamos sus hijos y que todos nos salvemos por la fuerza de la Cruz
de Cristo.
Jesús
en la Eucaristía es la Verdad que debe ser conocida y amada si alguien quiere
salvarse, porque solo quien escucha a Cristo, Verdad encarnada de Dios, se
niega a sí mismo, carga la Cruz de cada día, sigue a Cristo por el Camino del
Calvario y es crucificado y muere cada día, para resucitar por la gracia a la
vida nueva de los hijos de Dios.
Jesús
en la Eucaristía es la Verdad sin mezcla de error alguno, cuya pureza
inmaculada debe ser mantenida y proclamada aun a costa de la propia vida, porque
nada impuro debe contaminar esta Verdad; ningún error, ninguna mentira, ninguna
falsedad, puede subsistir delante de Dios que es Verdad absoluta. Jesús en la
Eucaristía es la Verdad de Dios, es Dios que es Verdad en sí mismo, y por eso
no pueden tener parte ni estar delante de Dios ni participar de la comunión
quienes aman la mentira, quienes proclaman el error, quienes calumnian y
difaman, porque todo eso viene del Padre de la mentira, el Diablo o Satanás,
que fue excluido de la Presencia de Dios por ser mentiroso y homicida desde el
principio.
Jesús
en la Eucaristía es la Vida, porque Él es la Vida Increada, la Fuente de toda
vida creada, y la Vida eterna que se comunica a los hombres, Vida que fluye
como de su fuente del Ser trinitario y se derrama incontenible sobre los
hombres a través de la herida de su Corazón traspasado.
Jesús
en la Eucaristía es la Vida que debe ser vivida, porque el que se alimenta de
este Pan que es Vida eterna, vive su vida terrena ya no más con su vida humana,
creatural, sino con la vida de la gracia, la vida participada de la Santísima
Trinidad, y así vive, ya en anticipo, desde esta vida, la vida de los hijos de
Dios, que es la vida del Reino de los cielos.
Jesús
en la Eucaristía es la Vida eterna, Vida por la cual se debe dar la vida terrena,
para que muera el hombre viejo y viva el hombre nuevo, el hombre que es una
nueva creación, el hombre que ya no es más simple creatura, sino hijo adoptivo
de Dios. Jesús en la Eucaristía es Vida eterna, Vida que con su fuerza
sobrenatural y divina ha vencido para siempre a los poderes oscuros del
infierno, poderes que son muerte y desolación. Jesús en la Eucaristía es Vida
que debe ser consumida en la comunión eucarística, porque quien se alimenta de
este Pan Vivo que es la Eucaristía, vive ya desde la tierra con el corazón
puesto en el cielo, y así esta vida terrena, que es muerte porque no es vida,
se convierte anticipadamente en vida celestial vivida en la tierra.
Jesús
en la Eucaristía es Camino, Verdad y Vida.
[1] Cfr. Tratado de San Hilario, obispo, Sobre la Santísima Trinidad, Libro 8,
13-16: PL 10, 246-249.
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