“Como
Moisés elevó la serpiente en el desierto así tiene que ser elevado
el Hijo del hombre” (Jn 3, 7-15). Jesús compara la acción
de elevar la serpiente de bronce en el desierto, por parte de Moisés,
con la elevación en la cima del Monte Calvario, de la cual Él mismo
será objeto, para que el alma que lo contemple reciba algo mucho más
grande que la curación de una herida, para que “todo aquel que
crea en Él, tenga vida eterna”. Para poder aprehender el sentido
sobrenatural de la frase de Jesús y el porqué de su comparación,
hay que traer a colación el episodio bíblico. En el desierto,
mientras peregrinaba hacia la Tierra Prometida, el Pueblo Elegido
sufrió un ataque por parte de numerosas serpientes venenosas, ante
lo cual Dios le ordenó a Moisés que fabricara una serpiente de
bronce y la elevara en lo alto, para que el que hubiera sufrido la
mordedura de la serpiente, fuera milagrosamente curado ante la vista
de la serpiente de bronce, lo cual así sucedió. En este episodio,
estamos representados los bautizados, como miembros de la Iglesia
Católica: los integrantes del Pueblo Elegido representan a los
integrantes del Nuevo Pueblo Elegido, los bautizados en la Iglesia
Católica; la Jerusalén terrena representa a la Nueva Jerusalén, la
Ciudad Santa que está en el cielo, no en este mundo; las serpientes
representan a los demonios; el desierto es esta vida terrena, que se
desarrolla en el tiempo y el espacio; las mordeduras de las
serpientes y el veneno inoculado representan a los demonios que
inoculan en el alma el veneno de la soberbia y de la rebelión contra
Dios; la muerte en el desierto representa la muerte eterna; la
serpiente de bronce representa a Jesús; los que miran a la
serpiente, representan a quienes se arrodillan ante Jesús
crucificado y contemplan sus llagas, su corona de espina, su Costado
traspasado, sus manos y pies clavados, su Sangre; las curaciones
milagrosas que reciben los que ven la serpiente, representan el don
de la vida eterna que recibe aquel que contempla a Jesús crucificado
con fe y con amor: la vida eterna.
“Como
Moisés elevó la serpiente en el desierto así tiene que ser elevado
el Hijo del hombre”. De manera análoga, y debido a que la Santa
Misa es la renovación incruenta y sacramental del Santo Sacrificio
de la Cruz, también el que contemple a Jesús elevado en la
Eucaristía, recibe el don de la vida eterna, don mediante el cual
“nace de nuevo por el Espíritu”, no para este mundo, sino para
el Reino de los cielos.
Hay varias interpretaciones, cada una se adapta a su sector, es decir católico o evangelista, como ejemplo. En lo personal me sumo a una interpretación más universal. Desde el punto de vista q dios es uno y todos somos hijos de Dios, no importa a q casta o credo pertenescamos, entiendo q hay q hacer una importante diferencia entre hijo del hombre e hijo unigenito de dios. Jesús la hacia, ya q utilizaba estás variantes. Porque? Cuando se refería a hijo del hombre, se refería a su estado físico y al estado físico de todos los q habitamos en este mundo físico. Cuando se refería al hijo unigenito de dios, se refería a su estado de conciencia Cristina, la cual era una con dios, antes y después incluso de Jesús, ya q el mismo manifestó sobre Abraham. Antes q el yo soy. Desde este punto de vista este pasaje debemos agregar el q antecede "nadie sube al cielo, si no el hijo del hombre q bajo del cielo" es decir cómo hijos de Dios, todos descendimos del cielo a este estado físico y mortal, al igual q Jesús, la diferencia es q el representaba la mayor escencia de dios, el cristo o conciencia Cristina. Jesús expreso como debe ser elevado el hijo del hombre, es decir nosotros,como llegar a conectarnos con dicha conciencia en este plano, de la misma forma q lo hizo Moisés. Es decir elevar la serpiente en el desierto. Serpiente en este pasaje se refiere a la base de la espina dorsal, dónde confluyen la energía causal y astral, dando lugar a la materia, en un círculo de energía, similar a una serpiente. Desierto es el silencio. Es decir, debemos revertir el flujo de energía, cerrandonos a los sentidos q nos mantienen pendientes del mundo. Y en el silencio y la paz de la oración y meditación, elevamos nuestra conciencia del hijo del hombre hasta hacernos uno con la conciencia Cristina, el unigenito hijo de Dios. Está referencia es paralela a lo q expresara Jesús. "Y al orar entra a tu aposento y cierra la puerta, hora en secreto q tu padre q está en secreto te escuchara" Entra a tu aposento, se refiere entrar a tu interior, a tu alma, cerrar la puerta es cerrarnos a los sentidos, ora en secreto, es en silencio y libre de todo pensamiento, así nos elevaremos y lograremos entrar en contacto con dios, con la conciencia Bendiciones.
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