“Yo
Soy el Camino, y la Verdad, y la Vida” (Jn
14, 1-6). Jesús está revelando a sus discípulos no sólo quién es Él –Dios Hijo,
que es el Único que conoce al Padre-, sino qué es lo que va a hacer por
nosotros, a través de su sacrificio y muerte en cruz: va a prepararnos “una
morada en la casa de su Padre”, para que “donde esté Él, también estemos
nosotros”. Jesús nos revela, de esta manera, no solo la precariedad de esta
vida terrena, temporal, sino la existencia de una vida en el más allá, una vida
que, por desarrollarse en Dios, es eterna, como Dios es eterno; una vida en la
absoluta paz, alegría y amor de Dios, porque es una vida que transcurrirá, por
los siglos sin fin, en la Casa del Padre, allí adonde Jesús va a prepararnos
una morada. Pero Jesús también nos revela que a esa vida eterna en la Casa del
Padre, no se llega si no es por Él: “Yo Soy el Camino, y la Verdad, y la Vida”.
Jesús se nos revela a sí mismo como Dios, al utilizar el nombre propio de Dios –“Yo
Soy”-, aplicándoselo a Él; es decir, al decir: “Yo Soy”, está utilizando el
nombre con el que los hebreos conocían al Dios Único y Verdadero; por lo tanto,
se está revelando como Dios. Luego de revelarse como Dios, se revela como “Camino,
Verdad y Vida”: Jesús es el Camino que conduce al Padre y no hay otro camino
que no sea Él, porque Él es Dios Hijo, que procede del Padre y que conduce al
Padre y “nadie va al Padre” sino es por Él; Jesús es la Verdad Suprema y
Absoluta de Dios, porque Él es la Sabiduría de Dios, y por lo mismo, nadie
conoce al Padre sino Él, Dios Hijo, y quien conoce al Padre es porque es Él,
Jesús, quien lo da a conocer; cualquier otra verdad acerca de Dios, que no sea
la revelada por el Hijo de Dios, Jesús de Nazareth, es sólo tinieblas y oscuridad;
Jesús es la Vida, y la Vida eterna, la vida misma de Dios Trino, la vida que
brota del Ser divino trinitario, porque Él es el Hijo Eterno del Padre, que
engendrado antes que todos los siglos, recibe del Padre en la eternidad la Vida
Increada y es por esto que toda vida que no sea la Vida eterna que da Jesús, es
sólo desolación y muerte.
“Yo
Soy el Camino, y la Verdad, y la Vida”. Jesús en la Eucaristía es el Único
Camino al Padre que debemos recorrer, es la Única Verdad Divina que debemos
creer y es la Única Vida eterna que debemos recibir.
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