miércoles, 26 de abril de 2017

“El que cree en Mí no morirá, sino que tendrá la Vida eterna”


“El que cree en Mí no morirá, sino que tendrá la Vida eterna” (Jn 3, 16-21). Jesús afirma que “el que cree en Él no morirá, sino que tendrá la Vida eterna”. Ahora bien, es una realidad más que evidente que, aun teniendo fe en Jesucristo, morimos, pues es una constatación de todos los días; sin embargo, esto no constituye ninguna contradicción con las palabras de Jesús, porque la muerte a la que Él se refiere no es la muerte corporal o “muerte primera”, como suele llamársele, sino a la muerte espiritual o “muerte segunda” o “definitiva”, esto es, la eterna condenación en los abismos del Infierno. Es a esta muerte, la que le sigue a la muerte corporal y que se verifica en el alma que está en pecado mortal, es decir, el alma que está muerta a la vida de Dios porque no está en estado de gracia, que es lo que hace que el alma participe de la vida divina. Cuando Jesús afirma que “el que cree en Él no morirá”, se está refiriendo a esta segunda muerte, la eterna condenación, porque será esta fe en Él la que lo llevará a vivir en estado de gracia, a evitar la muerte espiritual por el pecado mortal y a alimentarse con el Pan Vivo bajado del cielo, la Eucaristía, que contiene la Vida eterna y la concede al alma como en germen por la comunión.

“El que cree en Mí no morirá, sino que tendrá la Vida eterna”. Parafraseando a Jesús, podemos decir: “El que cree en Jesús como Hombre-Dios, cree en su Presencia Eucarística, comulga la Eucaristía con fe y con amor y recibe de Él, ya en esta vida mortal, la Vida eterna”.

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