martes, 9 de abril de 2019

“Cuando levantéis en alto al Hijo del hombre, sabréis que Soy Yo”



“Cuando levantéis en alto al Hijo del hombre, sabréis que Soy Yo” (Jn 8, 21-30). Jesús hace una revelación asombrosa aunque, en realidad, es una doble revelación: primero, que Él será crucificado y es esto lo que quiere decir: “Cuando levantéis en alto al Hijo del hombre”; la segunda asombrosa revelación que hace, es que se auto-revela como Dios en Persona, porque se aplica para sí el nombre propio de Dios, que es “Yo Soy”: “Sabréis que Yo Soy”. El “Yo Soy” es el nombre propio de Dios con el que los judíos conocían a Dios y es por esta razón que esta afirmación implica que Jesús les está diciendo que van a crucificar a un hombre pensando que es un hombre, pero en realidad, crucificarán a Dios y en el momento en el que lo hagan, en ese momento sabrán que es Él, el “Yo Soy”, el Dios que ellos conocían. Cuando Jesús sea crucificado, nadie tendrá dudas de que Él es Dios, pues todos sabrán que Él es Dios. Esto significa que, en el momento de la crucifixión, se producirá una efusión tal del Espíritu de Dios, que iluminará a todos los hombres -no solo a los que están en el Calvario en ese momento, sino a los hombres de todos los tiempos- y es esta efusión del Espíritu Santo el que permitirá conocer, a quien contemple a Jesús crucificado, que Él es Dios. Al contemplar a Jesús elevado a lo alto en la cruz, recordemos sus palabras y postrémonos ante su presencia, porque El que está crucificado no es un hombre santo, sino Dios Tres veces Santo.
          “Cuando levantéis en alto al Hijo del hombre, sabréis que Yo Soy”. Así como al levantar en alto al Hijo del hombre en la cruz, el alma sabe, por la iluminación del Espíritu Santo, que Él es Dios, así, de la misma manera, puesto que la Santa Misa es la renovación sacramental del sacrificio de la cruz, podemos decir que, cuando el sacerdote eleva la Hostia consagrada, está levantando en alto a Dios oculto en apariencia de pan. Parafraseando a Jesús, la Iglesia dice: “Cuando levanten en alto a la Eucaristía, sabrán que la Eucaristía es Dios”. Porque ante la Cruz y ante la Eucaristía estamos ante el Dios Tres veces Santo, postrémonos y adoremos al Dios que Es, que Era y que Vendrá.


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