lunes, 22 de abril de 2019

Lunes de la Octava de Pascua



(Ciclo C – 2019)

          “Alégrense” (Mt 28, 8-15). Cuando las mujeres salen corriendo luego de recibir la revelación de los ángeles de que Jesús ha resucitado, Jesús se les aparece y lo primero que les dice es: “Alégrense”. Es un mandato, podemos decir, que es el mandamiento de la resurrección: “Alégrense”. No se trata de una alegría mundana, superficial, basada en motivos mundanos: se trata de una verdadera alegría, la alegría de Dios, que es “Alegría Infinita”, según Santa Teresa de los Andes. Tampoco se trata de un mandamiento que no tenga fundamento, puesto que Dios no hace nada ni manda nada que no tenga fundamento. La razón por la cual Jesús manda alegrarse a las santas mujeres, es porque Él ha resucitado, está vivo y glorioso, lleno de la vida, de la luz, de la gloria y del Amor de Dios. La alegría de la resurrección se fundamenta en que Jesús no solo ha resucitado, es decir, ha vuelto de la muerte y ahora vive una vida gloriosa, sino que con su misterio pascual de muerte y resurrección, ha vencido para siempre a los tres enemigos mortales de la humanidad, el demonio, el pecado y la muerte, sino que además ha obtenido, para la humanidad, la gracia santificante, que convierte a los hombres en hijos adoptivos de Dios y en templos vivientes del Espíritu Santo. Ése es el motivo de la alegría de la resurrección: Cristo Dios no solo ha vuelto de la muerte, no solo ha resucitado, sino que ha conseguido que el misterio pascual sea para toda la humanidad, es decir, que la “Pascua” o “paso” de esta vida al seno del eterno Padre, esto es, lo que Él cumplió con su muerte en cruz, sea accesible para toda la humanidad. A partir de ahora, todo aquel que se una a su Cuerpo místico por la gracia, recibirá al Espíritu Santo, quien los conducirá, por el misterio de la Cruz, a algo más grande que los cielos, el seno del eterno Padre.
          “Alégrense”. El mandato de Jesús resucitado a las santas mujeres es también para nosotros, cristianos del siglo XXI. Ahora bien, Jesús no se nos aparece visiblemente, pero el mismo Jesús resucitado, con su Cuerpo glorioso y lleno de la luz de la gloria de Dios, está en la Eucaristía y es desde la Eucaristía desde donde Jesús nos dice: “Alégrense”, porque Él está ahí en Persona.
          “Alégrense”. La vida terrena es, con razón, llamada “valle de lágrimas”, en donde abundan las tribulaciones y los sinsabores; sin embargo, nosotros, los cristianos, tenemos un mandato de Jesús resucitado y es el alegrarnos, porque Él ya cumplió su misterio pascual de muerte y resurrección y nos granjeó la gracia santificante, que nos hace partícipes de la vida divina. Entonces, si queremos tener y experimentar la alegría de la resurrección, para cumplir el mandato de Jesús que nos dice que debemos alegrarnos, aun en medio de las tribulaciones de esta vida, lo que debemos hacer es acudir a la Fuente de la Alegría Increada, Jesús Eucaristía.

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