lunes, 15 de abril de 2019

Lunes Santo



María unge los pies de Jesús con perfume de nardo, símbolo de la gracia.

(Ciclo C – 2019)

          “María ungió los pies de Jesús con perfume de nardo puro la casa se impregnó con el perfume” (Jn 12, 1-11). Seis días antes de la Pascua, Jesús acude a casa de sus amigos, los hermanos Marta, María y Lázaro. Estando allí, María Magdalena realiza un gesto que escandaliza a Judas Iscariote: rompe un frasco de perfume de nardo puro, de mucho precio, y unge con él los pies de Jesús. Judas Iscariote se escandaliza falsamente, porque aparenta preocuparse por los pobres: ese perfume caro podría haberse vendido y dado el dinero a los pobres y no derramarlo en los pies de Jesús. Pero como dice el Evangelio, el escándalo de Judas es falso porque en realidad era ladrón y lo que quería era sí vender el perfume, pero para quedarse él con el dinero.
          Jesús no sólo no reprocha el acto de María Magdalena, sino que lo aprueba: “Déjala. Ella tenía reservado este perfume para el día de mi sepultura. A los pobres los tendréis siempre con vosotros, pero a Mí no me tendrán siempre”. Con esta declaración, Jesús profetizaba su Pasión y muerte, al tiempo que les recordaba que la caridad para con los pobres la podrían hacer en cualquier momento.
          La acción de María Magdalena, de ungir los pies de Jesús con perfume de nardo, un perfume de mucho precio, tiene otro significado, además de anticipar la Pasión y Muerte del Redentor. El perfume es figura de la gracia; por lo tanto, simboliza la gracia que recibirá la humanidad con la muerte de Jesús. Con su muerte en cruz, Jesús conseguirá para la humanidad la gracia santificante, que brotando de su Corazón traspasado, se derramará sobre todas las almas, para quitar el pecado y para santificar las almas, convirtiéndolas en hijas adoptivas de Dios y en templos del Espíritu Santo. El hecho de que el aroma del perfume impregne “toda la casa” significa que la gracia santificante que infundirá Jesús luego de su muerte y resurrección abarcará toda el alma -simbolizada en la casa-, impregnándola con su perfume santo desde la raíz del ser, abarcando su ser y sus potencias, el intelecto, la voluntad, la memoria.
“María ungió los pies de Jesús con perfume de nardo puro la casa se impregnó con el perfume”. El perfume de la gracia que inunda la humanidad de Jesús, cuerpo y alma, en el momento de la Encarnación, simbolizado en el perfume de nardo con el que María Magdalena unge sus pies, se esparce luego “sobre la casa”, es decir, sobre el alma, al comunicarse por medio de los sacramentos. Cada vez que recibimos los sacramentos, nuestras almas quedan perfumadas con un perfume infinitamente más exquisito y valioso que el perfume de nardo, porque recibimos la gracia santificante que brota del Corazón traspasado de Jesús.

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