jueves, 11 de abril de 2019

“Te queremos matar, porque siendo hombre te haces Dios”



“Te queremos matar, porque siendo hombre te haces Dios” (Jn 10, 31-42). A medida que se acerca la Semana Santa, el enfrentamiento entre Jesús y los fariseos y escribas se va haciendo cada vez más intenso, al punto de pretender estos últimos matar directamente a Jesús. Si no lo hacen, es por la multitud, porque tienen temor de que la multitud, que escucha a Jesús, se interponga entre ellos y Jesús. La razón del intento de asesinato a Jesús por parte de escribas y fariseos la dicen ellos mismos, cuando Jesús les pregunta por cuál de las obras buenas que hizo, lo quieren apedrear: “Te queremos matar porque siendo hombre te haces Dios”. Es decir, Jesús ES  el Hombre-Dios, dice que es el Hombre-Dios, hace obras que sólo el Hombre-Dios puede hacer y los judíos quieren matarlo por ser, decir y ser la Verdad Absoluta de Dios.
Ante la realidad de la situación, la acusación se vuelve contra los propios judíos: ellos lo acusan de blasfemo porque “siendo hombre se hace Dios”, pero como Jesús ES el Hombre-Dios, quienes caen en pecado de blasfemia son los judíos, al negar la realidad y al intentar cometer un deicidio.
Jesús argumenta que quien da testimonio de Él son las obras que Él hace por encargo del Padre y esas obras son los innumerables dones, prodigios, milagros que Él hace de continuo mientras predica. En efecto, en un intento de sacarlos de su incredulidad, Jesús les dice: “Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis, pero si las hago, aunque no me creáis a Mí, creed a las obras, para que comprendáis y sepáis que el Padre está en Mí y Yo en el Padre”. Jesús les dice que si no le creen a Él, al menos le crean a las obras que Él hace: Él dice ser Dios, hace obras que sólo Dios puede hacer –resucitar muertos, multiplicar panes y peces, hacer curaciones milagrosas-, entonces, Él es quien dice ser, Dios Hijo encarnado.
“Te queremos matar, porque siendo hombre te haces Dios”. La incomprensión de los judíos llega al colmo de querer matar al Hombre-Dios por el solo hecho de decir que es el Hombre-Dios y demostrarlo con obras. La misma incomprensión la demuestran la mayoría de los católicos para con la Eucaristía: siendo la Eucaristía el Hombre-Dios en Persona, es dejada de lado porque el misterio eucarístico no se entiende y por eso se lo desprecia y se lo rechaza. La misma incomprensión que demostraron los judíos para con Jesús, incomprensión que fue la causa por la cual lo crucificaron, la muestran hoy una inmensa multitud de católicos para con la Eucaristía, y esta apostasía eucarística es la razón por la cual Jesús vuelve a ser crucificado, cada día, como en el Viernes Santo.

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