lunes, 29 de abril de 2019

“Es necesario nacer de nuevo (nacer) del Espíritu”



“Es necesario nacer de nuevo (nacer) del Espíritu” (Jn 3, 5a. 7b-15). Jesús le dice a Nicodemo que “es necesario nacer de nuevo, nacer del Espíritu” para entrar en el Reino de Dios. Nicodemo no entiende lo que Jesús le dice, porque piensa según las categorías terrenas: para él, sólo hay un modo de nacer y es el modo en el que nace todo ser humano. Sin embargo, Jesús está hablando de otra forma de nacer para el ser humano, una forma de nacer desconocida hasta Jesús y es el “nacimiento de lo alto, el nacimiento del Espíritu”.  ¿Cómo se verifica este nacimiento? Se verifica de dos maneras: místicamente, cuando nacemos a la luz al ser adoptados por la Virgen al pie de la cruz, el Viernes Santo; sacramentalmente, cuando recibimos la gracia de la adopción filial en el momento del bautismo sacramental. Es de esas dos maneras que los cristianos “nacemos de lo alto, del Espíritu” y por esa razón es que, aunque vivimos en el mundo, no pertenecemos al mundo sino al Reino de los cielos; en consecuencia, no debemos buscar los bienes de este mundo, sino los bienes del cielo y esos bienes del cielo se nos dan a nosotros por la gracia sacramental, por la fe y por el amor a Dios Trino.
“Es necesario nacer de nuevo (nacer) del Espíritu”. Debemos tener siempre presentes las palabras de Jesús a Nicodemo, para recordar que no somos ciudadanos de este mundo y que, por lo tanto, no debemos buscar ni los bienes de este mundo ni la alegría mundana que ofrece el mundo: somos ciudadanos del Reino de Dios, que estamos en el exilio y que peregrinamos, por el desierto de la vida y la existencia humana, hacia la Ciudad celestial, la Jerusalén del cielo y que en el camino nos iluminan, como a los israelitas en el desierto, la nube de luz, imagen de la Virgen María y la Santa Cruz de Jesús.

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