jueves, 11 de abril de 2019

“Antes que naciese Abraham, Yo Soy”



“Antes que naciese Abraham, Yo Soy” (Jn 8, 51-59). Nuevamente Jesús se enfrasca en una discusión con los fariseos y escribas. Mientras los fariseos lo acusan de ser blasfemo porque se auto-proclama Dios, Jesús insiste en revelarse no genéricamente, como hijo de Dios, sino como Dios Hijo, es decir, como la Segunda Persona de la Trinidad, que en cuanto tal es eterno y existe desde toda la eternidad: “Antes que naciese Abraham, Yo Soy”. En la discusión, además de acusar a Jesús falsamente, los fariseos insisten en demostrarse como hijos de Abraham, pero Jesús les dice que no lo son  porque mientras Abraham “saltó de alegría al pensar en este día”, es decir, el día en el que el Mesías Dios habría de manifestarse al Pueblo Elegido y al mundo, encarnándose y bajando a la tierra, ellos sin embargo “quieren matarlo”, por lo que llega incluso a tratarlos de “hijos del demonio”.
“Antes que naciese Abraham, Yo Soy”. Ante esta afirmación de Jesús de ser Él la Segunda Persona de la Trinidad, Dios Hijo en Persona, los escribas y fariseos lo califican de mentiroso y blasfemo y quieren matarlo –lo cual lo conseguirán finalmente, al crucificarlo- por el solo hecho de que Jesús les revela la verdad acerca de Él mismo: “Antes que naciese Abraham, Yo Soy”.
Hoy le sucede a la Iglesia lo mismo que le sucedió a Jesús con los escribas y fariseos: muchos en la Iglesia la descalifican y la tratan de autoritaria, retrógrada y mentirosa: basta ver con la violencia sobrehumana con que el feminismo, la ideología de género, los movimientos pro-abortistas y LGTB atacan a la Iglesia, deseando explícitamente hacerla arder desde sus cimientos, manifestado este deseo en sus ataques y sus escritos: “La única iglesia que ilumina es la que arde”. Así como le pasó a Jesús, que no podía tener diálogo con los escribas y fariseos porque lo único que estos deseaban era matarlo, así también con los movimientos anti-iglesia el diálogo es imposible, porque lo único que quieren es demolerla. Nos toca a nosotros defender a la Iglesia de Cristo ante quienes quieren destruirla a toda costa. Pero la Iglesia, que parafraseando a Jesús nos dice: “Antes de que el mundo fuera creado, yo, la Esposa de Cristo, existía en la mente y en el corazón del Cordero”, triunfará sobre sus enemigos, así como lo hizo Jesús.

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