(Domingo
I - TA - Ciclo B - 2020 – 2021)
La Iglesia inicia un nuevo año litúrgico, con un tiempo
especial llamado “Adviento”, cuya duración comprende los primeros cuatro
domingos antes de Navidad. ¿Qué significado tiene el Adviento? Para saberlo,
debemos comenzar por la etimología de la palabra: “Adviento” viene del latín “ad-venio”,
que quiere decir “venir, llegar”. Aquí tenemos una primera aproximación al
significado de Adviento: es un tiempo de espera; la Iglesia espera a Alguien
que llega. ¿Quién es ese “Alguien”? Es Nuestro Señor Jesucristo. Entonces, el
Adviento es un tiempo en el que la Iglesia espera la Llegada del Señor. ¿De qué
Llegada se trata? Se trata de una doble Llegada: de su Segunda Venida en la
gloria y de su Nacimiento en Belén. Por esta razón, el Adviento “está dividido
en dos partes: las primeras dos semanas sirven para meditar sobre la venida
final del Señor, cuando ocurra el fin del mundo; mientras que las dos
siguientes sirven para reflexionar concretamente sobre el nacimiento de Jesús y
su irrupción en la historia del hombre en Navidad”[1].
En definitiva, el Adviento es un tiempo de preparación para la Venida del
Señor: al fin de los tiempos y para Navidad. En las dos primeras semanas,
meditamos sobre su Segunda Venida en la gloria, al fin del mundo; en las dos
últimas semanas, meditamos en su Primera Venida en Belén. Ahora bien, no se
trata sólo de meditar, sino de poner en práctica lo que meditamos, que es el
prepararnos para el encuentro personal con el Señor que viene. Para esta doble
Venida del Señor, la Iglesia nos pide que nos preparemos, para su encuentro
personal, por medio del ayuno, la oración y la práctica de las obras de
misericordia, de manera tal de que, cuando el Señor llegue, seamos capaces de
entregarle nuestros talentos duplicados, como sucede en la parábola de los
talentos.
En Adviento, entonces, nos preparamos para encontrarnos
personalmente con el Señor, en su Segunda Venida, y para participar, por medio
del misterio de la liturgia, de su Primera Venida, en Navidad. Ahora bien, hay
una “tercera venida”, intermedia entre la Primera y la Segunda y para esta
también debemos estar preparados, con el alma gracia. Esta Tercera Venida o
Venida Intermedia es la que realiza Nuestro Señor cada vez en la Santa Misa, al
bajar de los cielos y quedarse en la Eucaristía, por medio de la consagración
del pan y del vino. Para esta Venida también debemos prepararnos; toda Misa es
una Llegada de Nuestro Señor, que baja del Cielo para quedarse en la Eucaristía
y así ingresar a nuestros corazones. Toda Misa, por lo tanto, es un Adviento,
una espera de su Llegada Eucarística, primero sobre el altar y luego en
nuestros corazones y para eso debemos prepararnos, viviendo en gracia y
esperándolo con el corazón lleno de gracia y de amor.
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