domingo, 1 de noviembre de 2020

“El Reino de los cielos se parece a diez vírgenes necias y prudentes”

 


"Parábola de las vírgenes necias y prudentes"
(Peter von Cornelius)

(Domingo XXXII - TO - Ciclo A – 2020)

          “El Reino de los cielos se parece a diez vírgenes necias y prudentes” (Mt 25, 1-13). Para comprender mejor la parábola, debemos reemplazar sus elementos naturales, por los elementos sobrenaturales, es decir, debemos saber a quiénes representan, en el mundo espiritual, los integrantes de la parábola; sólo de esta manera, comprenderemos la parábola y su inserción en el misterio pascual de muerte y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.

          El esposo, que llega a medianoche, es Nuestro Señor Jesucristo, el Esposo por antonomasia, ya que siendo Dios Hijo, se unió a la naturaleza humana de Jesús de Nazareth en el seno virgen de María Santísima; la medianoche representa el fin del tiempo y de la historia humana: es el Día del Juicio Final, el Día en el que desaparecerán los cielos y la tierra que conocemos, para dar paso a la vida eterna; la noche simboliza el estado espiritual de la humanidad en general, en los días previos a la Segunda Venida en la gloria de Jesucristo: serán días de mucha oscuridad espiritual, puesto que para ese entonces se habrá implantado a la religión del Anticristo, la Nueva Era, religión pagana, gnóstica y esotérica, como religión única mundial; la llegada del esposo representa la Segunda Venida en la gloria del Hijo de Dios, quien llegará para poner fin a esta falsa religión, para apresar para siempre en el Infierno al Demonio, a la Bestia, al Anticristo y al Falso Profeta y para juzgar a la humanidad, destinando a unos al Cielo y a los impenitentes al Infierno.

          ¿Qué simbolizan las vírgenes con sus lámparas? Las vírgenes, en sí mismas, representan o simbolizan al alma humana; las vírgenes con sus lámparas llenas de aceite, simbolizan a las almas que tienen consigo la gracia y por eso están iluminadas por la luz de la verdadera fe en Jesucristo, Hijo de Dios y Redentor del mundo: en otras palabras, las vírgenes prudentes son los católicos que profesan la Verdadera Fe Católica; las vírgenes con lámparas pero sin aceite suficiente, son las almas que no están en gracia y que han perdido la luz de la fe, por lo que vagan en la oscuridad de la religiosidad del Anticristo, la Nueva Era: son los católicos que, habiendo perdido la fe en Jesús Eucaristía y en la Virgen como Madre de Dios, profesan una fe sincretista, vacía de su contenido cristológico y mariano y contaminada con toda clase de espiritualidades orientales, gnósticas, ocultistas y esotéricas; las vírgenes prudentes, los que profesan la Verdadera Fe en el Hombre-Dios Jesucristo, son las almas que ingresarán en el salón nupcial de fiestas, el Reino de Dios, al término del Juicio Final; las vírgenes sin aceite y que viven en la oscuridad, son las almas que, profesando la religión del Anticristo, permanecerán fuera del luminoso salón del Reino de Dios, en las tinieblas y penumbras exteriores, en donde habrá “llanto y rechinar de dientes”, pues se trata de la eterna condenación en el Infierno. Es decir, estas almas no sólo quedarán fuera del Reino, sino que serán precipitadas -junto con el Demonio, la Bestia, el Falso Profeta y el Anticristo- a las profundidades del Infierno eterno.

          La aparente falta de caridad de las vírgenes prudentes hacia las necias -estas últimas les piden aceite para sus lámparas, pero las prudentes se niegan a compartir el aceite-, no es tal, ya que significa que la salvación es personal y no comunitaria, es decir, el permanecer en estado de gracia, el vivir la Verdadera Fe y el obrar la misericordia hasta el final de la vida, es una cuestión de actos personales, propios de la persona, que en cuanto tal, no pueden ser compartidos, ya que dependen de la libertad de cada persona.

          “El Reino de los cielos se parece a diez vírgenes necias y a diez prudentes”. ¿De qué lado estaremos, cuando los ángeles de Dios, haciendo sonar sus trompetas, anuncien a la humanidad el fin de los tiempos y la Segunda Venida en la gloria del Mesías? ¿Seremos como las vírgenes necias, en quienes no se encontró ni fe, ni esperanza, ni caridad, porque no tenían la gracia de Dios y por eso fueron dejadas fuera del salón de fiestas del Reino? ¿O seremos como las vírgenes prudentes que, ante la improvisa Llegada del Esposo, fueron consideradas dignas de entrar en el Reino de Dios, porque en sus almas inhabitaba la gracia y con ella la luz de la fe y las obras de misericordia? De nuestra libertad, de nuestro libre albedrío, dependerá que nos encontremos a la izquierda o a la derecha del Hombre-Dios el Día de la Ira de Dios.

 

 

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