jueves, 19 de noviembre de 2020

“Serán odiados por causa mía”

 


“Serán odiados por causa mía” (Lc 21, 12-19). En este Evangelio, Jesús profetiza cómo será la vida de los cristianos en los tiempos previos a su Segunda Venida: serán perseguidos y apresados; serán llevados a tribunales y encarcelados; se los hará comparecer ante reyes y gobernantes; serán traicionados por sus parientes más cercanos; serán odiados por causa de Jesús. Todo esto habrán de sufrir los cristianos y estos sufrimientos se harán más intensos y agudos cuanto más cerca esté la Segunda Venida en la gloria de Nuestro Señor Jesucristo. Hay algo que se debe destacar en esta situación de persecución y es la asistencia del Espíritu Santo a quienes sean perseguidos por causa de Jesús. En efecto, el mismo Jesús lo dice: “No tienen que preparar de antemano su defensa, porque Yo les daré palabras sabias, a las que no podrá resistir ni contradecir ningún adversario de ustedes”. Es decir, quien sea perseguido por causa de Cristo, no debe ponerse a pensar en qué es lo que va a argumentar, cuando sea llevado delante de reyes y gobernantes, porque será Jesús en Persona y el Espíritu Santo quienes hablarán por sus bocas. Por esta razón es que las palabras de los mártires pueden ser consideradas, en sentido amplio, “palabra de Dios”, en el sentido en el que lo dice Jesús, esto es, que será Él quien inspirará lo que deban decir en los momentos previos a su ejecución.

“Serán odiados por causa mía”. En la última persecución, en momentos en que se desencadene la suprema tribulación, los cristianos que se mantengan firmes en la fe en Jesucristo, recibirán el odio del mundo, porque el mundo está bajo el gobierno del Príncipe de las tinieblas y es este quien infunde su espíritu anti-cristiano al mundo, un espíritu de aversión, rechazo y odio contra Dios y su Cristo. Ahora bien, la historia demuestra que han existido diversas persecuciones a lo largo de los siglos, incluso desde los primeros tiempos del cristianismo, por lo que la persecución es una nota característica no sólo de la Iglesia de los últimos tiempos, sino de la Iglesia de todos los tiempos.

“Serán odiados por causa mía”. El odio del mundo y la persecución contra el Nombre de Cristo y todo lo que él representa, es una señal de que el cristiano está por el buen camino, porque está asistido por el Espíritu de Dios. Y aun cuando el mundo desencadene toda su furia contra la Iglesia de Dios y contra los cristianos, estos, aunque mueran, vivirán, porque morirán para la vida terrena, pero nacerán para la Vida eterna. Esto quiere significar Jesús cuando dice: “Ni un cabello de su cabeza perecerá”. No tengamos miedo, por lo tanto, de dar testimonio de Cristo Dios ante el mundo, pues es Él en Persona quien nos protege de todo mal. Es en nuestros tiempos, caracterizados por la apostasía masiva, el materialismo, el ateísmo y el ocultismo, cuando más se necesita el luminoso testimonio de vida de santidad de los cristianos.

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