“Los
demonios se tiraban a los pies de Jesús gritando: ‘¡Tú eres el Hijo de Dios!’”
(Mc 3, 7-12). Mientras Jesús se
encuentra en Galilea, en la orilla del mar, curando a mucha gente, los demonios
se arrojan a sus pies gritando: “¡Tú eres el Hijo de Dios!”. Uno de los
problemas que plantea este Evangelio es esta expresión, es decir, qué querían
decir los demonios cuando decían a Jesús: “Hijo de Dios”. Según lo que nos
enseña la Teología, los demonios no tienen conocimiento intuitivo, directo, de
Dios; es decir, no podían saber, de ninguna manera, por visión directa, que
Jesús era la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, pero sí podían, por
conjeturas externas, y ayudados por su inteligencia angélica, suponer que es
Hombre, Jesús de Nazareth, que obraba grandes prodigios y que tenía sobre ellos
un enorme poder, era realmente Dios como decía ser. Muy probablemente, los
demonios, al ser expulsados por Jesús, experimentarían la fuerza divina del
mismo Dios que los había creado y entonces, recordando a su Creador,
reconocerían en Jesús de Nazareth la fuerza de Dios omnipotente, y por eso le
decían: “Tú eres el Hijo de Dios”.
Aunque
por otro lado Santo Tomás dice que si los demonios “hubieran sabido perfectamente
y con seguridad que Jesús era el Hijo de Dios y cuáles serían los frutos de su
Pasión, jamás habrían buscado la crucifixión del Señor de la Gloria”. Sea como
sea, el caso es que, en este Evangelio, como a lo largo de todo el Evangelio,
los demonios se arrojan a los pies de Jesús, reconociéndolo como al “Hijo de Dios”.
Y
aquí viene otro problema que nos plantea este Evangelio. Si los demonios
reconocen a Jesús como Hijo de Dios, y se arrojan a sus pies, ¿por qué los cristianos,
por quienes Jesús dio su vida en la Cruz, no reconocen a Jesús en la Eucaristía
y se postran a sus pies en adoración? Si los demonios, que ya no pueden amar
más a Jesús, ni lo quieren amar más, reconocen a Jesús como Hijo de Dios y se
arrojan a sus pies, ¿por qué los cristianos, por quienes Jesús se entrega día a
día en el altar no acuden a recibir su Amor en la Eucaristía? Si los demonios,
a pesar suyo, obligados por la Divina Justicia, dan testimonio de Jesús y lo
reconocen como Hijo de Dios, ¿por qué los cristianos no acuden al sagrario a
adorarlo en la Eucaristía, día y noche, reconociéndolo en la Eucaristía como al
Hijo de Dios?
porqué para discernir qué espíritu domina a una persona debemos escuchar de ella que Jesús es hijo de YHWH, y si no lo puede decir pensamos que está poseído, si en la Biblia leemos que los mismos demonios salidos de las personas confesaban que Jesús es elhijo del Altísimo?
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