jueves, 30 de enero de 2014

“No se enciende una lámpara para ponerla en un cajón”




“No se enciende una lámpara para  ponerla en un cajón” (Mc 4, 21-25). Jesús usa una simbología tomada del mundo material y cotidiano para referirse a realidades espirituales y sobrenaturales. La lámpara que se enciende es el alma que recibe, por la gracia del bautismo, la luz de la fe, y así como nadie enciende una lámpara para colocarla en un cajón, sino para colocarla en lo alto, de modo de poder aprovechar al máximo su luz, así también Dios Padre, que es quien enciende en el alma la luz de la fe, no lo hace para que el bautizado esconda esa fe en el cajón de un escritorio, sino para que la dé a conocer en el mundo, y el modo por el cual se da a conocer la luz de la fe, es a través de las obras.
Precisamente, si el mundo de hoy corre presuroso hacia el abismo de la perdición y si muchas almas se dirigen precipitadamente hacia su eterna condenación, es porque una enorme cantidad de cristianos, que han recibido la luz de la fe en sus almas, han escondido esa luz divina en el cajón cerrado de sus corazones egoístas, tibios, indiferentes, perezosos, fríos y faltos de todo verdadero amor a Dios y al prójimo.
Una muchedumbre de cristianos, que deberían ser lámparas encendidas que indiquen el camino hacia Cristo, Luz del mundo, se han convertido, por un hórrido misterio de iniquidad, en un siniestros tizones humeantes que emanan densas y venenosas nubes oscuras que no solo ocultan el camino de la salvación, sino que conducen a muchísimos almas hacia el abismo de la eterna condenación. Muchísimos católicos, por libre y voluntaria decisión, ocultando la luz de la fe recibida en el bautismo, se han pasado con todo el bagaje a las filas del enemigo, apostatando de la fe recibida y convirtiéndose así en una nueva categoría de fieles jamás vista, los cristianos neo-paganos, los cristianos puramente nominales que adoptan de modo acrítico todo tipo de anti-valor proveniente de la cultura anti-cristiana y neo-pagana que en nuestros días ya domina prácticamente todas las manifestaciones del pensamiento, del querer y del obrar del hombre, sin que apenas existan oposiciones a la misma. Muchísimos de los que en la actualidad se destacan en todos los ámbitos en la cultura neo-pagana y anti-cristiana, son católicos, es decir, son almas que han recibido la luz de la fe en Cristo y debería estar dando testimonio de Él al mundo y en vez de eso, provocan escándalo con su anomia, su ausencia total de valores y con su falta absoluta de fe en Cristo, lo cual revela que han ocultado su fe, es decir, que han hecho lo que Jesús dice que no se debe hacer: ocultar la lámpara en un cajón.
“No se enciende una lámpara para  ponerla en un cajón”. Es Dios Padre quien enciende en nuestras almas, por el bautismo sacramental, la luz de la fe, al concedernos la gracia de la filiación; de nosotros y de nuestra libertad depende que esa luz ilumine o quede oculta en las tinieblas. Lo que no debemos dejar de tener en cuenta es que lo que hagamos en esta vida, continuará en la otra, en la vida eterna: si por las obras buenas hacemos que esta luz ilumine en esta vida, nuestra luz continuará brillando luego por la eternidad, en los cielos; si por la falta de obras buenas apagamos esa luz en esta vida, en la otra vida permanecerá apagada y en tinieblas para toda la eternidad, y será una tiniebla más entre muchas otras.

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