martes, 27 de marzo de 2018

Lunes Santo



"Fiesta en la casa de Simón el fariseo", Rubens.

(Ciclo B – 2018)

         Narra el Evangelio que Jesús va a casa de sus amigos de Betania María, Marta y Lázaro (cfr. Jn 12, 1-11). Es en una etapa posterior al clamoroso milagro de la resurrección de Lázaro: “Seis días antes de la Pascua, Jesús volvió a Betania, donde estaba Lázaro, al que había resucitado”. Sus amigos, siempre contentos y agradecidos con la visita de Jesús a su casa, “le preparan una cena”. Mientras están a la espera de sentarse a la mesa, sucede la siguiente escena que, en las palabras de Jesús, anticipa y profetiza su muerte redentora: María –muchos dicen que se trata de María Magdalena- toma un perfume de nardo, sumamente costoso, rompe el frasco y unge los cabellos y los pies de Jesús: “María, tomando una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, ungió con él los pies de Jesús y los secó con sus cabellos”.
Al ver esta escena Judas Iscariote se escandaliza falsamente, recriminando la actitud de María y reprochándole que haya malgastado el perfume en Jesús en vez de dárselo a los pobres: “¿Por qué no se vendió este perfume en trescientos denarios para dárselos a los pobres?”. Pero el Evangelio aclara con precisión que en realidad a Judas no le interesaban los pobres, sino que su lamento era por no haber podido robar el perfume: “Dijo esto, no porque se interesaba por los pobres, sino porque era ladrón y, como estaba encargado de la bolsa común, robaba lo que se ponía en ella”.
La respuesta de Jesús es la que revela cómo la escena toda es un anticipo de su muerte en cruz: “Jesús le respondió: “Déjala. Ella tenía reservado este perfume para el día de mi sepultura. A los pobres los tienen siempre con ustedes, pero a mí no me tendrán siempre”.
La razón por la cual la escena anticipa la muerte de Jesús, además de que es Jesús mismo quien lo revela, es la siguiente: en María Magdalena está representada toda la humanidad pecadora que, movida por la gracia, como la Magdalena, se arrepiente de sus pecados con una contrición perfecta del corazón y en agradecimiento se postra ante Jesús, reconociéndolo como al Hombre-Dios, Salvador y Redentor. El perfume de nardos, sumamente costoso, es símbolo a su vez de la gracia santificante, también costosa, porque fue obtenida para nosotros los hombres al altísimo precio de la Sangre Preciosísima del Cordero derramada en la cruz. Es símbolo de la gracia con la cual el Padre unge a Dios Hijo desde la eternidad, porque en cuanto como Dios es la Gracia Increada y esta unción es realizada en el momento de la Encarnación del Verbo. Es este el significado simbólico de la unción de los cabellos y los pies con el perfume de nardos por parte de María Magdalena: Jesús es el Ungido por excelencia, porque en la Eternidad Él recibe la unción de la divinidad de parte del Padre y en la Encarnación su Humanidad recibe la unción del Espíritu Santo, por parte del Padre y del Hijo. Otro detalle es la calidad y la exquisitez del perfume –la gracia- que llena la casa de su aroma exquisito luego de que María rompe el frasco: “La casa se impregnó con la fragancia del perfume”. La casa es símbolo del alma humana y el perfume de la gracia, por lo que significa que la Presencia de Jesús en el alma –como la Presencia de Jesús en la casa de sus amigos de Betania- la colma con el aroma exquisito de su gracia, así como la casa de los amigos de Jesús se colmó del aroma del perfume.
Una última observación es con relación a Judas Iscariote, el Apóstol traidor, el que lo entregó por treinta monedas de plata: representa a todos aquellos que, desde el interior de la Iglesia, pero perteneciendo sólo exteriormente a ella, se valen de la Iglesia para robar sus bienes y apoderarse de ellos, con el falso pretexto de “atender a los pobres”. La Iglesia pauperista, propia de la Teología de la Liberación marxista que, bajo excusa de los pobres empobrece a la Iglesia no solo en sus bienes materiales, sino ante todo dogmáticos y espirituales, es la que está representada en Judas Iscariote. A quienes pertenecen a esta Iglesia, como a Judas Iscariote, “más les valdría no haber nacido” (cfr. Mt 26, 24).

No hay comentarios:

Publicar un comentario