martes, 27 de marzo de 2018

Martes Santo



(Ciclo B – 2018)

“En cuanto Judas tomó el bocado, Satanás entró en él” (cfr. Jn 13, 21-33.36-38). En la Última Cena, sabiendo Jesús por su omnisciencia divina que su paso a la Casa del Padre estaba cerca, instituye el sacerdocio ministerial y la Sagrada Eucaristía, cumpliendo así su promesa de que “habría de estar con nosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. Es la suprema muestra de amor de un Dios que es Trinidad de Personas y que en el colmo de su amor por los hombres, se empeña todo Él, en sus Tres Divinas Personas, por la salvación de su imagen y semejanza: Dios Padre pide a Dios Hijo que entregue su Cuerpo y derrame su Sangre, en la Cruz y en la Eucaristía, para dar a los hombres a Dios Espíritu Santo por medio de la Sangre de su Sagrado Corazón Eucarístico.
Pero en el seno mismo de la Iglesia, en medio de los Apóstoles y Amigos de Jesús,  y habiendo Dios Trino manifestado la suprema muestra de Amor hacia los hombres, como es el don del sacerdocio ministerial y de la Eucaristía en la Última Cena, que por esto es llamada también “Primera Misa”, actúa el Demonio, el Ángel caído, buscando destruir, desde los mismos inicios, a la Iglesia Santa del Redentor, la Iglesia Católica. Y para consumar su obra destructora, Satanás se vale de uno de los Apóstolos, uno de los miembros de los Doce, que había sido ordenado sacerdote por Jesucristo, había sido llamado “amigo” por Él y había compartido su predicación pública, y éste elegido por Satanás es Judas Iscariote.
Mientras los discípulos, postrados ante Jesús, comulgan la Eucaristía, recibiendo el Cuerpo y la Sangre de Jesús en el Pan Vivo bajado del cielo, Judas Iscariote, en cambio, recibe el anti-sacramento, un trozo de pan que no es la Eucaristía, y con este trozo de pan embebido en salsa –símbolo de la gula, pecado capital-, ingresa en él Satanás. Así es como describe, el Evangelista Juan, la posesión demoníaca de Judas Iscariote: “En cuanto Judas tomó el bocado, Satanás entró en él”. Así como el Demonio construye su anti-iglesia, construye también un sistema de sacramentos que en cuanto copia inversa de los sacramentos de la Iglesia, son anti-sacramentos: mientras la Eucaristía contiene ya no la substancia del pan, sino la substancia glorificada del Cuerpo, la Sangre y el Alma de Cristo y contiene también la divinidad de Cristo, porque en la Eucaristía se contiene a la Persona Segunda de la Trinidad, en el anti-sacramento demoníaco sólo hay trigo y agua –no hay transubstanciación- y salsa, como símbolos de la gula y de que es solo alimento del cuerpo y no del alma y en vez de ingresar el Cordero, como lo hace cada vez que un alma en gracia comulga la Eucaristía, ingresa en Judas Iscariote Satanás, como consecuencia de la anti-comunión del anti-sacramento: “En cuanto Judas tomó el bocado, Satanás entró en él”.
Antes de la Segunda Venida del Señor Jesucristo, el Anticristo imitará a Jesús en la Última Cena y creará un sacerdocio y un sistema sacramental que serán la antítesis del sacerdocio y de los sacramentos de la verdadera y única Iglesia del Cordero, la Iglesia Católica, Apostólica y Romana. Para saber si estamos en la Iglesia de Cristo o en la del Anticristo, la prueba será el don instituido por Jesús en la Última Cena, la Eucaristía, esto es, su Cuerpo, su Sangre, su Alma y su Divinidad. Cuanto más cerca estemos de la Eucaristía, cuanto más la adoremos, más seguros estaremos de permanecer siempre en Cristo y Cristo en nosotros. Quien se aparte de la Eucaristía, instituida en la Última Cena, comulgará el anti-sacramento del Anticristo y Satanás entrará en él. Como sucedió con el traidor, Judas Iscariote.

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