(Ciclo
B – 2018)
“En
cuanto Judas tomó el bocado, Satanás entró en él” (cfr. Jn 13, 21-33.36-38). En la Última Cena, sabiendo Jesús por su
omnisciencia divina que su paso a la Casa del Padre estaba cerca, instituye el
sacerdocio ministerial y la Sagrada Eucaristía, cumpliendo así su promesa de
que “habría de estar con nosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. Es la
suprema muestra de amor de un Dios que es Trinidad de Personas y que en el
colmo de su amor por los hombres, se empeña todo Él, en sus Tres Divinas
Personas, por la salvación de su imagen y semejanza: Dios Padre pide a Dios Hijo
que entregue su Cuerpo y derrame su Sangre, en la Cruz y en la Eucaristía, para
dar a los hombres a Dios Espíritu Santo por medio de la Sangre de su Sagrado
Corazón Eucarístico.
Pero
en el seno mismo de la Iglesia, en medio de los Apóstoles y Amigos de
Jesús, y habiendo Dios Trino manifestado
la suprema muestra de Amor hacia los hombres, como es el don del sacerdocio
ministerial y de la Eucaristía en la Última Cena, que por esto es llamada
también “Primera Misa”, actúa el Demonio, el Ángel caído, buscando destruir,
desde los mismos inicios, a la Iglesia Santa del Redentor, la Iglesia Católica.
Y para consumar su obra destructora, Satanás se vale de uno de los Apóstolos,
uno de los miembros de los Doce, que había sido ordenado sacerdote por
Jesucristo, había sido llamado “amigo” por Él y había compartido su predicación
pública, y éste elegido por Satanás es Judas Iscariote.
Mientras
los discípulos, postrados ante Jesús, comulgan la Eucaristía, recibiendo el
Cuerpo y la Sangre de Jesús en el Pan Vivo bajado del cielo, Judas Iscariote,
en cambio, recibe el anti-sacramento, un trozo de pan que no es la Eucaristía,
y con este trozo de pan embebido en salsa –símbolo de la gula, pecado capital-,
ingresa en él Satanás. Así es como describe, el Evangelista Juan, la posesión
demoníaca de Judas Iscariote: “En cuanto Judas tomó el bocado, Satanás entró en
él”. Así como el Demonio construye su anti-iglesia, construye también un
sistema de sacramentos que en cuanto copia inversa de los sacramentos de la
Iglesia, son anti-sacramentos: mientras la Eucaristía contiene ya no la
substancia del pan, sino la substancia glorificada del Cuerpo, la Sangre y el
Alma de Cristo y contiene también la divinidad de Cristo, porque en la
Eucaristía se contiene a la Persona Segunda de la Trinidad, en el anti-sacramento
demoníaco sólo hay trigo y agua –no hay transubstanciación- y salsa, como
símbolos de la gula y de que es solo alimento del cuerpo y no del alma y en vez
de ingresar el Cordero, como lo hace cada vez que un alma en gracia comulga la
Eucaristía, ingresa en Judas Iscariote Satanás, como consecuencia de la
anti-comunión del anti-sacramento: “En cuanto Judas tomó el bocado, Satanás
entró en él”.
Antes
de la Segunda Venida del Señor Jesucristo, el Anticristo imitará a Jesús en la
Última Cena y creará un sacerdocio y un sistema sacramental que serán la
antítesis del sacerdocio y de los sacramentos de la verdadera y única Iglesia
del Cordero, la Iglesia Católica, Apostólica y Romana. Para saber si estamos en
la Iglesia de Cristo o en la del Anticristo, la prueba será el don instituido
por Jesús en la Última Cena, la Eucaristía, esto es, su Cuerpo, su Sangre, su
Alma y su Divinidad. Cuanto más cerca estemos de la Eucaristía, cuanto más la
adoremos, más seguros estaremos de permanecer siempre en Cristo y Cristo en
nosotros. Quien se aparte de la Eucaristía, instituida en la Última Cena,
comulgará el anti-sacramento del Anticristo y Satanás entrará en él. Como
sucedió con el traidor, Judas Iscariote.
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