lunes, 7 de abril de 2014

“Cuando sea levantado en alto el Hijo del hombre entonces sabrán que Yo Soy”



“Cuando sea levantado en alto el Hijo del hombre entonces sabrán que Yo Soy” (Jn 8, 21-30). Los fariseos le preguntan a Jesús quién es, y Jesús les responde de modo profético, anticipándoles de qué manera obtendrán la respuesta: cuando Él sea crucificado –“cuando sea levantado en alto el Hijo del hombre”-, en ese momento, todos sabrán que Él es Dios –“entonces sabrán que Yo Soy”-. Jesús les dice que cuando Él sea crucificado, todos lo mirarán, y en ese momento, algo sucederá, que todos adquirirán un conocimiento nuevo, sobrenatural, por medio del cual todos sabrán que Aquel al que crucificaron no era el que creían que era, un impostor, sino El que Es, Yahveh, el Dios Único al que los hebreos conocían por su Nombre: el “Yo Soy”, y por eso Jesús les dice: “sabrán que “Yo Soy”. Cuando Jesús sea levantado en alto, efundirá su Espíritu Santo con el Agua y la Sangre que brotarán de su Corazón traspasado y el Espíritu Santo dará un nuevo conocimiento, sobrenatural, celestial, que hará conocer, a quienes contemplen a Cristo crucificado, que Cristo en la cruz es Dios en Persona y no un simple hombre. Es lo que le sucede a Longinos, el centurión romano que traspasa el Corazón de Jesús con la lanza y que al caer sobre él el Agua y la Sangre, exclama: “Verdaderamente éste era el Hijo de Dios” (Mt 27, 54).


“Cuando sea levantado en alto el Hijo del hombre entonces sabrán que Yo Soy”. El Santo Sacrificio de la cruz se renueva en la Santa Misa, por lo tanto, también Cristo efunde su Espíritu a quien lo contempla en la Eucaristía para que, quien lo contemple en la ostentación eucarística, diga: “Verdaderamente, éste es el Hijo de Dios”.

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