“Dios
amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo Único, para que todo el que cree en
Él no muera, sino que tenga Vida eterna” (Jn
3, 16-21). Algunos autores[1]
sostienen que “este versículo encierra la revelación más importante de toda la
Biblia” y que por lo tanto, debería ser lo primero que se diera a conocer a los
niños y catecúmenos (…) Más y mejor que cualquier noción abstracta, contiene en
esencia y síntesis tanto el misterio de la Trinidad cuanto el misterio de la
Redención”.
Contiene
el misterio de la Trinidad, porque revela a Dios Uno y Trino: Dios Padre envía
a Dios Hijo, para que donara todo su Amor, que es el Espíritu Santo; contiene
el misterio de la Redención, porque el envío del Hijo por parte del Padre, es
para la salvación de todo aquel que crea en el Nombre del Hijo. De hecho, la
terrible consecuencia, es la sanción eterna que recibirán aquellos que rechacen
al Hijo del Padre: serán abandonados en su ceguera (Mc 4, 12) para que crean al Príncipe de la mentira y se pierdan;
esto es lo que San Pablo advierte que ocurrirá cuando aparezca el Anticristo (2 Tes 2, 9-12).
“Dios
amó tanto al mundo que entregó a su Hijo Único, para que todo el que cree en Él
no muera, sino que tenga Vida eterna”. Lo que el hombre tiene que entender, en
su relación con Dios, es que lo que mueve a Dios en su relación con él, es el
Amor y solo el Amor y nada más que el Amor; no hay, en Dios, otro motor ni otro
interés hacia el hombre, que no sea el Amor. Es solo por Amor, que Dios Padre
envía a su Hijo a este mundo en tinieblas, a sabiendas que nosotros, los
hombres, que “habitábamos en tinieblas y en sombras de muerte” y que estábamos
bajo el dominio y la guía del Príncipe de las tinieblas, habríamos de
devolverle al Hijo de su Amor, crucificado y muerto en una cruz, y sin embargo,
Dios Padre nos lo envía de todas formas, porque su omnipotencia cambia el
significado de muerte y odio deicida que nosotros le adjudicamos a la cruz, por
el Amor y la Misericordia.
“Dios
amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo Único, para que todo el que cree en
Él no muera, sino que tenga Vida eterna”. Quien libremente no quiera aceptar
esta sublime Verdad, contenida en estos dos renglones, indefectiblemente deberá
pasar una eternidad de tinieblas; quien la acepte, vivirá una eternidad de Luz,
de Amor, de Paz y de Alegría inimaginables.
No hay comentarios:
Publicar un comentario