“Es más fácil que un camello
pase por el ojo de una aguja que un rico entre al cielo” (Mc 10, 17-27). Para graficar la imposibilidad de que un rico entre
en el Reino de los cielos, Jesús utiliza la figura de un camello que no puede
ingresar por “el ojo de la aguja”, la cual es la puerta utilizada para la
entrada de las ovejas en Jerusalén.
Así como un camello, alto, y
cargado de ricas mercaderías, no puede pasar por la puerta de las ovejas –el
ojo de la aguja-, la cual es baja, estrecha y angosta, así tampoco un rico
puede entrar en el Reino de los cielos. Pero lo que los hombres no pueden
hacer, Dios sí lo puede.
¿De qué manera?
El “rico” es, ante todo, el
rico de bienes materiales, es decir, el que posee abundantes riquezas y
posesiones materiales, y este no puede entrar en el Reino de los cielos, porque
para entrar en el Cielo, la condición sine qua non es que se dejen aquí, en la
tierra, absolutamente todos los bienes. Nada de lo que se posee aquí se llevará
al otro mundo, absolutamente nada.
El camello cargado con ricas
mercancías no puede pasar por el ojo de una aguja porque su excesiva altura y
su abultado cargamento exceden las medidas de la pequeña puerta; de la misma
manera, el rico material no puede entrar en el Reino, porque las riquezas
materiales exceden su entrada, que es angosta.
Pero el “rico” que no puede
entrar no es solo o exclusivamente el rico en bienes materiales: es aquel que
es “rico” en posesiones espirituales propias, como la auto-suficiencia, la
soberbia, el orgullo, la vanidad, el egoísmo, la pereza; es decir, aquel que
solo hace en su vida la voluntad propia, sin preocuparse por ni siquiera
conocer cuál es la Voluntad
divina para él.
Ni uno ni otro “rico”
entrarán en el Reino de los cielos: el rico material, porque nada de lo material
entrará en la Jerusalén
celestial, solo los cuerpos humanos, materiales, sí, pero glorificados, es
decir, divinizados, con las propiedades del espíritu.
Tampoco el rico
“espiritual”, aquel que es soberbio y que dice no necesitar de Dios, porque la
soberbia es el pecado del demonio, el cual precisamente, por soberbio, fue
expulsado de los cielos. La soberbia es el pecado que más detesta Dios, y por
eso es imposible que un “rico espiritual”, un soberbio, esté en su Presencia.
Pero, “lo que es imposible para
los hombres, es posible para Dios”, y así, tanto uno como otro rico, pueden
pasar al Cielo, por la infinita sabiduría de Dios. ¿Cómo es posible?
Así como un camello,
descargando su mercadería, y arrodillándose, puede pasar por la puerta de las
ovejas, así también, un rico material, y un rico espiritual, si se despojan de
sus bienes materiales y de su soberbia, y se arrodillan ante Cristo
crucificado, podrán entrar en el Reino de los cielos.
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