lunes, 28 de mayo de 2012

Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre al cielo



“Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre al cielo” (Mc 10, 17-27). Para graficar la imposibilidad de que un rico entre en el Reino de los cielos, Jesús utiliza la figura de un camello que no puede ingresar por “el ojo de la aguja”, la cual es la puerta utilizada para la entrada de las ovejas en Jerusalén.
Así como un camello, alto, y cargado de ricas mercaderías, no puede pasar por la puerta de las ovejas –el ojo de la aguja-, la cual es baja, estrecha y angosta, así tampoco un rico puede entrar en el Reino de los cielos. Pero lo que los hombres no pueden hacer, Dios sí lo puede.
¿De qué manera?
El “rico” es, ante todo, el rico de bienes materiales, es decir, el que posee abundantes riquezas y posesiones materiales, y este no puede entrar en el Reino de los cielos, porque para entrar en el Cielo, la condición sine qua non es que se dejen aquí, en la tierra, absolutamente todos los bienes. Nada de lo que se posee aquí se llevará al otro mundo, absolutamente nada.
El camello cargado con ricas mercancías no puede pasar por el ojo de una aguja porque su excesiva altura y su abultado cargamento exceden las medidas de la pequeña puerta; de la misma manera, el rico material no puede entrar en el Reino, porque las riquezas materiales exceden su entrada, que es angosta.
Pero el “rico” que no puede entrar no es solo o exclusivamente el rico en bienes materiales: es aquel que es “rico” en posesiones espirituales propias, como la auto-suficiencia, la soberbia, el orgullo, la vanidad, el egoísmo, la pereza; es decir, aquel que solo hace en su vida la voluntad propia, sin preocuparse por ni siquiera conocer cuál es la Voluntad divina para él.
Ni uno ni otro “rico” entrarán en el Reino de los cielos: el rico material, porque nada de lo material entrará en la Jerusalén celestial, solo los cuerpos humanos, materiales, sí, pero glorificados, es decir, divinizados, con las propiedades del espíritu.
Tampoco el rico “espiritual”, aquel que es soberbio y que dice no necesitar de Dios, porque la soberbia es el pecado del demonio, el cual precisamente, por soberbio, fue expulsado de los cielos. La soberbia es el pecado que más detesta Dios, y por eso es imposible que un “rico espiritual”, un soberbio, esté en su Presencia.
Pero, “lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios”, y así, tanto uno como otro rico, pueden pasar al Cielo, por la infinita sabiduría de Dios. ¿Cómo es posible?
Así como un camello, descargando su mercadería, y arrodillándose, puede pasar por la puerta de las ovejas, así también, un rico material, y un rico espiritual, si se despojan de sus bienes materiales y de su soberbia, y se arrodillan ante Cristo crucificado, podrán entrar en el Reino de los cielos.

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