“¿Acaso no es el hijo del carpintero?” (Mt 13, 54-58). Ante la sabiduría divina y los milagros propios de Dios
que hace Jesús, los cuales demuestran que Él es quien dice ser, el Hijo de Dios
encarnado, muchos, de entre los contemporáneos de Jesús se muestran incrédulos
y en vez de reconocerlo como al Hombre-Dios, lo consideran sólo como a un
hombre más, de ahí que se refieran a Jesús como al “hijo del carpintero”. Es decir,
hay dos concepciones absolutamente contrapuestas acerca de Jesús: los
incrédulos, quienes lo consideran como un hombre más entre tantos y aquellos
que lo reconocen como Dios encarnado y se postran en adoración ante Él.
¿A qué se debe esta diferente concepción de Jesús? Se debe a
una luz, que no proviene del hombre ni del ángel y es la luz de la gracia
santificante. Es esta gracia la que ilumina la mente del hombre y del ángel y
le permite a estas creaturas racionales saber que Jesús es Dios Hijo encarnado
y no un hombre más entre tantos. Dios concede a todos la gracia que ilumina el
intelecto, pero no todas las personas la aceptan y es aquí en donde radica la
explicación del porqué algunos reconocen a Cristo como Dios encarnado y otros,
como un simple hombre.
“¿Acaso no es el hijo del carpintero?”. Jesús es el Hijo de
Dios encarnado, que prolonga su Encarnación en la Eucaristía. Si lo
consideramos sólo como a un hombre más, es decir, como al “hijo del carpintero”,
entonces estamos profesando una fe distinta a la Fe de la Santa Iglesia
Católica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario