“Has
escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a la gente
sencilla” (Mt 11,25-27). Jesús
agradece al Padre por haber revelado los secretos y misterios del Reino a los “sencillos
y humildes” y por haberlas ocultado a los “sabios y entendidos”. ¿Qué quiere
significar Jesús con estas frases? Por un lado, quiere decir que Dios Padre ha
revelado, por medio del Espíritu Santo, Espíritu de Sabiduría y de Ciencia
Divina, los misterios sobrenaturales de la vida de Jesús a los “humildes y
sencillos”, lo cual no quiere decir, de ninguna manera, faltos de estudios: los
“humildes y sencillos” pueden ser, desde grandes teólogos, hasta campesinos que
apenas saben leer y escribir. A esos es a quienes el Padre del cielo revela los
secretos de su corazón, porque ellos no solo no lo rechazarán, sino que los
atesorarán, como si fueran monedas de oro y plata. Por otra parte, significa
que lo que Dios revela son los “misterios sobrenaturales absolutos” de Dios y
su Mesías, como por ejemplo, que Dios es Uno y Trino y que la Segunda Persona
de la Trinidad se ha encarnado en la humanidad santísima de Jesús de Nazareth,
además de que esta Segunda Persona encarnada prolonga su Encarnación en la
Eucaristía. Estos son misterios que, si no fuesen dados a conocer por el
Espíritu de Dios, el Espíritu Santo, de ninguna manera pueden ser conocidos por
el hombre y tampoco por el ángel. En otras palabras, saber que Dios es Uno en
el Ser y en la Naturaleza y Trino en Personas y que Jesús es Dios encarnado, que
prolonga su Encarnación en la Eucaristía, son conocimientos dados por el
Espíritu Santo y no por los razonamientos humanos. A esto se refiere Jesús
cuando dice: “Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino
el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar’’.
“Has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las
has revelado a la gente sencilla”. Por medio del Catecismo, por medio del
Magisterio de la Iglesia, por medio de las Escrituras interpretadas según la
Iglesia Católica, se nos han dado a conocer los misterios eternos de Dios
Trinidad, ocultos desde la eternidad y dados a conocer por Jesucristo.
Atesoremos estos conocimientos, más valiosos que el oro y la plata y hagamos
que den frutos de santidad, meritorios para la vida eterna.
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