sábado, 17 de julio de 2021

“Los granos que cayeron en tierra buena dieron fruto”


 

         “Los granos que cayeron en tierra buena dieron fruto” (cfr. Mt 13, 1-9). Jesús relata la parábola del sembrador y de las semillas, unas se secan y no dan fruto, mientras que otras dan fruto. Para comprender un poco la parábola, debemos reemplazar los elementos naturales por los sobrenaturales. Así, el terreno en donde caen las semillas, es el corazón del hombre; las semillas, es la Palabra de Dios, revelada en la Sagrada Escritura. Ante esto, surge una pregunta: ¿de qué depende el hecho de que unas semillas den fruto y otras no? Depende de un elemento que no se nombra en la parábola, pero que es lo que hace que el terreno sea fértil y es la gracia santificante. Es decir, en el corazón del hombre que está en estado de gracia santificante, la Palabra de Dios germina, crece y da fruto, en algunos más, en otros menos, pero en todos da fruto. De esto se deduce la imperiosa necesidad de conseguir, conservar y aumentar el estado de gracia santificante –la cual se nos da por los sacramentos, sobre todo la Penitencia y la Eucaristía-, porque es la gracia de Jesucristo la que convierte nuestro corazón, en sí mismo un terreno árido y pedregoso, sin capacidad de dar frutos de santidad, en un terreno fértil, que puede dar abundantes frutos de misericordia, de caridad, de santidad.

 

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